Dayrí Blanco
Esta vez las 12 campanadas serán atípicas. Las tradiciones quedarán a un lado en la mayoría de los hogares, como en el de Eglé Moncada, quien no tuvo que sacar muchas cuentas para decidir sacar de su lista de rituales de fin de año las uvas y las lentejas. Los precios así lo han determinado. Mientras decidía en un supermercado qué comprar para compartir la noche del 31, respiró profundo antes de exclamar que ésta será una celebración muy triste.
“Ya llegamos al límite”, dijo al recordar que el año pasado, pese a la crisis económica, pudo comprar un kilo de uvas y medio de lentejas para cumplir con la tradición junto a su familia. Pero en esta oportunidad la inflación pudo más que su presupuesto para las uvas con 233% de aumento al pasar de 300 a mil bolívares las nacionales, y de 600 a dos mil las importadas. Para las lentejas, además de ganarle la batalla a la escasez debe desembolsillar tres mil por un kilo.
Julio Ortega también se lamentó. Este año no pudo pagar ni por la ropa interior amarilla que le ayudaría a cambiar su suerte en el 2016. Tendría que gastar cinco mil 500 bolívares para lograr que ella, su esposo y sus tres hijos vistieran el atuendo.
Salir con el cañonazo a recorrer las calles con maletas en mano para garantizar viajes será otro problema. Aunque usualmente no se compra nada nuevo para esta tradición, la inseguridad ha impedido que familias como las de José Pinto la cumplan desde hace dos años.
María José Romero es más optimista. Para ella los impedimentos económicos no acabarán con el ánimo de celebración. “Nos tocará escribir nuestras cartas con los deseos para el 2016, meternos en los bolsillos los pocos billetes que tengamos en casa, poner a las solteras a saltar 12 veces una silla para que consigan pareja y disfrutar en familia”.