Dayrí Blanco|@DayriBlanco07

Julián ya está acostumbrado a pelearse por un puesto. Lo hace a diario desde que inició sus estudios en la escuela de Economía de la Universidad de Carabobo (UC). Tiene un año y medio siendo parte de la lista de alumnos que luchan por una silla en el comedor y ya sabe a qué hora llegar, a qué velocidad caminar y cómo organizarse con un grupo de compañeros para conseguir una mesa. Su profesora de matemática no es experta en todo ese procedimiento, pero ha tenido que aprender. También lo hacen docentes de diferentes carreras en su necesidad de alimentarse, a la que se han sumado alumnos que meses atrás ni sabían dónde quedaba el comedor. La escasez ha provocado que la demanda en el lugar creciera en 120%.

Alrededor de cinco mil y seis mil platos al día, entre almuerzos y cenas, se sirven ahí. Pero al menos 11 mil personas acuden al sitio. José Ángel ferreira, vicerrector administrativo de la institución, explicó que la capacidad máxima de atención es de 12 mil y no puede ser cubierta por el reducido inventario de insumos y la falta de inversión en implementos como bandejas y cubiertos.

El comedor de la UC siempre ha sido concurrido, pero nunca como lo es actualmente. “Antes muchos estudiantes llevaban su vianda con comida preparada en casa y los profesores almorzaban y cenaban en sus hogares. Incluso muchos alumnos simplemente compraban algo en algún puesto para no hacer la cola. Ahora la mayoría la hace por necesidad”.

El incremento de la demanda ha sido tal que se ha recurrido a pedir identificación en la puerta porque hay personas externas a la casa de estudios que que van al lugar a comer. “Eso no pasaba antes”, recuerda Ferreira.

Conseguir los ingredientes para la preparación de lo platos no ha sido fácil. La UC por ser una institución pública, debe adquirir los alimentos a precio regulado y eso es “prácticamente imposible”, aunque se negocian mejores ofertas con los proveedores. “Es por eso que los alumnos ven que en una semana solo les dan pollo, porque eso es lo que se consigue, por ejemplo”.

Pero desde el Gobierno se planteó recientemente una solución. En reunión con el ministro de Alimentación, Rodolfo Marco Torres, se le aprobó a la UC la entrega directa de los insumos, cuyo costo sería descontado del presupuesto asignado para tal fin. El vicerrector se mostró complacido con esta decisión y solo se está a la espera de la asignación del código, tal como ya se hizo en la Universidad Central de Venezuela y la Simón Bolívar en Caracas.

Sin recursos

Visiblemente preocupado, Ferreira alertó que hasta marzo se enviaron recursos para los gastos de funcionamiento de la institución y hasta ahora no se han dado señales de una posible aprobación de algún crédito adicional como ha sucedido en otras ocasiones. “Eso repercute en la calidad educativa porque no hay nada para pagar el mantenimiento de la infraestructura, la vigilancia y otros servicios.

La precariedad como consecuencia de esta crisis presupuestaria se evidencia hasta en la suspensión de los exámenes escritos “no tenemos ni papel y aunque contemos con el dinero no podemos comprarlo porque es un procedimiento que el Gobierno centralizó”.




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