EFE

Un grupo de científicos en
Holanda han desarrollado un dispositivo de almacenamiento de datos capaz de
guardar una densidad de información de hasta 500 terabits en una superficie de
apenas 6 centímetros
cuadrados, revela un estudio publicado hoy por la revista «Nature».

«En teoría, esta densidad de
almacenamiento permitiría guardar todos los libros escritos por el hombre en un
solo sello de correos», explica la investigadora Sander Otte, del
Instituto de Nanociencia Kavli, en la universidad holandesa de Delft.

La experta recuerda que, cada
día, la sociedad moderna crea más de mil millones de gigabytes de nuevos datos,
por lo que cobra especial importancia el hecho de que cada bit ocupe el menor
espacio posible.

En este sentido, los
investigadores han logrado construir una memoria de 1 kilobyte (8,000 bits) en
la que cada bit está representado por la posición de un solo átomo de cloro.

Así llegaron a alcanzar una
densidad de almacenamiento de 500 terabits por pulgada cuadrada (6,4516 centímetros
cuadrados), es decir, 500 veces más potente que el mejor de los discos duros de
memoria actualmente disponibles en el mercado.

Para ello, cubrieron una
superficie de cobre con átomos de cloro, siguiendo la teoría planteada en 1959
por el físico Richard Feynman.

En su ensayo «Hay espacio
suficiente en el fondo», Feynman sugirió que si una plataforma permitiese
desplegar átomos individuales entorno a un patrón exactamente ordenado, sería
posible almacenar una unidad de información en cada átomo.

Los expertos del Instituto Kavli
señalan que aunque es posible controlar la localización de esos átomos, existen
limitaciones técnicas.

En concreto, subrayan que se
necesitan temperaturas registradas en el rango del helio líquido (4 kelvin)
para lograr configuraciones estables, mientras que para modificar la posición
de un solo átomo es necesario regenerar toda la superficie.

Con esas consideraciones en
mente, los expertos lograron mantener la posición de más de 8.000
«vacantes de cloro» (átomos extraviados) durante más de 40 horas a
una temperatura de 77 kelvin.

Tras crear un alfabeto binario a
partir de las «posiciones vacantes», fueron capaces después de
almacenar diferentes textos, entre ellos el mencionado de Feynman, sobre la
superficie, la cual pudieron modificar a su antojo bit a bit.

«En su actual forma, esta
memoria solo puede operar en unas condiciones de completo vacío y a la
temperatura del nitrógeno líquido (77 kelvin), por lo que aún estamos lejos del
almacenamiento de datos a escala atómica. Pero hemos dado un gran paso»,
destaca Otte. 




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