AP

Antoine
Griezmann marcó dos goles de oro y el Atlético de Madrid le sacó el máximo
rédito a su mantra de constancia y sacrificio para ganar el miércoles 2-0 al 
Barcelona y clasificarse a las semifinales de la
Liga de Campeones, dejando en el camino al vigente monarca.

Como tantos campeones anteriores, el Barsa fracasó en su intento
de revalidar el título europeo, al no lograr rentabilizar su victoria por 2-1
en la ida disputada hace una semana en su estadio, y se despidió de la
competición en los cuartos de final, derrotado por 3-2 en el global.

Los tantos de Griezmann a los 36 y 88 minutos significaron el
boleto para el Atlético, que no alcanzaba la penúltima ronda europea desde
2014, precisamente cuando eliminó en cuartos al cuadro azulgrana, y acabó
sucumbiendo en la final frente al vecino Real Madrid.

Ambos conjuntos sellaron esta semana su pase continental y
persiguen también al Barsa en la liga española donde, en apenas dos fechas, los
azulgranas han cedido una ventaja de nueve puntos sobre el escolta Atlético,
ahora a tres unidades del líder.

El conjunto de Luis Enrique, que ha perdido tres de sus últimos
cuatro partidos en todas las competiciones, ya no podrá aspirar al triplete de
liga, Copa del Rey y Champions que celebró la pasada campaña y ve como, encima,
el astro argentino Lionel Messi evidencia una inusual sequía goleadora de cinco
partidos seguidos sin marcar.

Desordenado y sin ideas, el Barsa arrancó el encuentro lejos del
nivel que se le supone al vigente campeón, incapaz de desbordar colectivamente
a un Atlético que fue todo lo contrario: un escuadrón sin fisuras defensivas y
perfectamente alineado, donde cada miembro recitaba al dedillo su misión. La
inspiración ya era otra cosa; más bien asunto de Griezmann y el veloz Yannick
Carrasco, siempre descarado, aunque no necesariamente atinado.

Por su banda derecha llegó el primer aviso para el cuadro
visitante, al retrasar el extremo una pelota que Gabi Fernández encañonó por
encima del travesaño.

En realidad, Carrasco gozó de libertad de movimientos en ataque,
encarando también por la banda opuesta, donde Filipe Luis centró para la cabeza
de Griezmann, quien remató a manos de Marc-André ter Stegen.

El Atlético le dejó gustoso el balón al equipo de Luis Enrique,
que nunca supo que hacer con él, si masticarlo en largas jugadas inocuas, o
escupir latigazos sinsentido y ni peligro para Jan Oblak, mero espectador de la
indecisión visitante en la primera mitad.

Salvando una pundonorosa recuperación de Messi sobre Carrasco,
el famoso tridente anduvo desaparecido: ni Neymar regateaba, ni el uruguayo
Luis Suárez empujaba a la zaga local, firme y atenta a cualquier invasor.

Sin disparos al arco en contra que registrar, el Atlético fue
diagnosticando las zonas desatendidas del rival y Saúl Ñiguez encontró una isla
en las inmediaciones del área, además del tiempo suficiente para avistar a
Griezmann y armar la diestra, bombeando con el exterior para que el francés
cabeceara sin perdón al rincón, lejos del alcance de Marc Andre Ter Stegen.

Las gradas temblaron con el 1-0 que clasificaba momentáneamente
al Atlético y obligaba a marcar al menos un gol al Barsa, que finalmente forzó
una parada de Oblak en zapatazo lejano de Neymar.

Pero la última bala antes del descanso la disparó también el
equipo del técnico argentino Diego Simeone por vía de Carrasco, a manos del
arquero; y la tónica siguió nada más reanudarse el choque, con susto a balón
parado para Ter Stegen, quien vio como Ñiguez soltaba un testarazo al
travesaño.

Tembló la madera y se le encogió aún más el corazón al Barsa, desconocido
en su fútbol y faltó de espíritu rebelde, demasiado pendiente de la pausa del
volante Andrés Iniesta, sin cambio de ritmo para descolocara a la defensa
«colchonera».

El reloj apremiaba a los azulgranas, que buscaron pisar área a
la antigua, con el defensa Gerard Piqué de rematador, y casi goleador, de no
ser por Gabi Fernández, quien despejó un cruce con veneno.

Con más metros por delante, también se lanzó por el segundo el
Atlético, aunque Griezmann se quedó sin ángulo en su escapada, arrinconado por
el argentino Javier Mascherano y tapado por Ter Stegen.

Cómodo en su rol de resistente con aliento a favor, el equipo de
Simeone se replegó su trinchera y se dispuso a sobrevivir como fuera, panorama
que aprovechó Suárez para hacerse sentir con un control orientado y punterazo a
manos de Oblak.

Pero la garra del charrúa no fue suficiente para el campeón, que
acabó encajando el segundo en penal transformado por Griezmann tras mano de
Iniesta. El creador, desesperado en su apurado repliegue, no logró evitar el
desplome final de su equipo, así como la fiesta del Atlético, a quien espera el
vecino Madrid en el sorteo de semifinales.




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