EFE

Un libanés se quita la vida cada tres días en el pequeño país de los cedros, azotado por una plaga de suicidios que las autoridades tratan de combatir pero que por el momento no deja de crecer.

Ese dato, que recoge un informe realizado por el Departamento de Psiquiatría y la Asociación Embrace de la Universidad Americana de Beirut (AUB), podría ser en realidad mucho peor, en un país de apenas cuatro millones de habitantes.

En declaraciones a Efe, el doctor Ziad Nahas, jefe de la unidad de Psiquiatría de la AUB y director del estudio, afirmó que la cifra del informe es la facilitada por el Ministerio del Interior, pero que su departamento sabe que «es mucho mayor y este año aumentará en un 25%, lo que equivaldrá a un suicidio cada dos días y medio».

El ministro de Salud, Waeb Bu Faur, también reconoció que el número real es superior, y lo atribuyó a «motivos sociales, ya que muchas familias ocultan que uno de sus miembros se suicidó por el miedo a la mirada de los otros».

Según el doctor Nahas, el 80 % de los casos de suicidios están asociados a enfermedades mentales severas, fuerte depresión, sustancias alucinógenas y esquizofrenia: «El problema mayor es cuando dos de esas causas se juntan».

El Líbano aún no ha cerrado las heridas que causó la guerra civil (1975-1990), a lo que se suma el deterioro de la situación económica y social, mientras que la inestabilidad política persiste, dentro de un contexto regional asolado por los conflictos.

«A buen seguro, la tensión en el país se refleja en la población en general. Existen elementos de estrés frente a otros protectores, como son las familias y las comunidades», señala Nahas.

Pese a ello, consideró que «la gente que se suicida no busca la muerte sino librarse de la pena, que hace que su vida sea insoportable», y sostuvo que esas tendencias suicidas afectan de igual modo a todas las clases sociales.

El médico reveló que entre las personas que se quitan la vida las dos terceras partes son hombres, que en su mayoría cometen el acto con armas.

«El suicidio es evitable», estimó Nahas, según el cual «uno de cada cuatro libaneses sufre un trastorno mental en su vida, aunque solo una minoría sigue un tratamiento».

Frente a esta lacra nacional, la Asociación Embrace ha organizado una campaña de prevención bajo el nombre de «Despierta y Camina», que comenzará con una marcha matinal en el paseo marítimo de Beirut.

También se organizará una colecta de dinero para financiar un teléfono de asistencia al que puedan dirigirse las personas que lo necesitan, mientras que las televisiones difundirán espacios publicitarios.

«La campaña es muy importante, sobre todo la marcha para iniciar un debate. Además, necesitamos urgentemente donaciones, ya que sin ella no podremos establecer la ‘hotline’ que podría ayudar a muchas personas», dijo Nahas.

El profesor y psicólogo de la AUB Charles Harb explicó a Efe que el problema «no es nuevo, pero es la primera vez que se dan datos exactos, ya que, en general, la gente por miedo y vergüenza no lo declara».

«Hay que sensibilizar sobre este problema. No hay que dejar que las cosas sigan así y se necesita despertar las conciencias», añadió.

En su ensayo «Beirut o la fascinación de la muerte», el poeta y sociólogo Issa Makluf, ya dejó escrito que para muchos libaneses, tras la muerte y destrucción de la guerra civil, el suicidio es la única solución para una vida que se ha convertido en insoportable.




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