Sara Pacheco

No era petróleo. El patio de Jaeth Jiménez recibió varios curiosos ante el líquido espeso y oscuro que descendía hasta llegar a la calle frente a su vivienda en la urbanización Fundación Mendoza, en la parroquia Miguel Peña. Algunos intentaban adivinar: un mecánico cambiaba el aceite a un vehículo, encontraron un yacimiento petrolífero, pero la realidad era que estaban limpiando el tanque de su hogar.

Desde hace un año no realizaban esta tarea, sin embargo las condiciones que presentaba escandalizaron a varios. La problemática que rodea la calidad del agua está cada vez más presente en comunidades, sobre todo en el sur de la ciudad, donde las tuberías laboran dos días a la semana. Las denuncias han sido repetitivas: agua con mal olor que presenta sedimentos y color amarillento. Sin embargo, en este urbanismo –donde los tanques son una obligación- la presentación es alarmante.

Decidimos lavar el tanque subterráneo porque el olor ya era insoportable. Esa agua la usamos para bañarnos y fregar, es imposible beberla. Yo tengo un filtro que tuve que dejarlo sin uso, porque llegaba demasiado barro y se me dañaba, detalló Jaeth. Aseguró que cuando el agua se esta terminando, se une con toda la tierra que queda debajo. Bañarse es una molestia.

Blas González, miembro del consejo comunal, precisó que la denuncia se ha llevado ante Hidrocentro. Las respuestas no han llegado. Como prueba que la mayoría de la población presenta esas condiciones, usó su tanque como experimento. Hace dos meses lo lavó, aparentemente el agua se notaba normal. Al revolverla con una vara, empezó a subir la suciedad, como un círculo cromático empezó a cambiar de color hasta llegar al negro.

Normalmente un tanque debería limpiarse cada cuatro o cinco meses, aquí debe hacerse entonces semanal para evitar contraer enfermedades. No es calidad, sentenció González.

Carencia de servicios

Otra de las denuncias realizadas fue la falta de atención en otros servicios básicos como electricidad. Con las recientes lluvias varios cables de alta tensión cayeron, dejando en la avenida Stelling más de una decena de familias sin energía durante tres días. Llamábamos a cada momento, pero aquí no nos prestan atención. La respuesta es: no hay equipos, denunció González.




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