EFE

Los residentes
del parisiense distrito 11, donde se encuentra el 
Bataclan, escenario de la principal masacre del pasado 13
de noviembre, es uno de los lugares donde el ultraderechista Frente Nacional
(FN) obtiene peores resultados.



En el
Ayuntamiento del distrito, donde recibieron atención psicológica numerosos
supervivientes, Benoît Breton, comercial de 30 años, asegura no haber
modificado su voto por lo ocurrido.

«Mi
voto es el de la razón, no el de la rabia
. No he querido ceder a la división y
las reacciones agresivas a las que los terroristas nos quieren empujar»,
subraya tras depositar su papeleta en la urna en la segunda vuelta de los
comicios regionales.

Su
programa, centrado en el refuerzo de la seguridad y la expulsión de los inmigrantes,
no ha calado, sin embargo, en este barrio frecuentado por la juventud
alternativa, donde se sitió como quinta fuerza, con menos del 7,5 % de los
votos.

Son los
peores resultados de la ultraderecha en París, en cuya región el FN cosechó las
cifras más bajas en toda la Francia continental.

«Somos
moderados y no queremos reaccionar a lo que ha ocurrido cayendo en la trampa de
los extremos. Aunque hemos sido los más expuestos, somos los que más han sabido
distanciarse», explica Breton, que, como la mayoría en el distrito, se ha
decantado por los socialistas.

Aunque no
había tomado una decisión antes de entrar en la cabina de voto, ha terminado
por escoger la papeleta socialista para evitar la victoria de la derecha.

Tampoco
se deja seducir por la retórica radical Sophie Carduner
, publicitaria de 40
años, que juzga las ideas del FN «poco adecuadas para responder a lo que
se ha vivido».

«Seguimos
viviendo en el barrio, porque todos tenemos secuelas. Hoy es el día de la
democracia, de estar unidos, creer en nuestras convicciones y mantener la
sonrisa», agrega.

La pareja
de jubilados Didier y Marie Pierre Leday, de 68 y 72 años, respectivamente, ha
optado por la derecha, pero no comparte el «rechazo» de este partido
hacia el FN.

«Les
votan 6 millones de personas y deben ser tenidos en cuenta. Son tratados
como si no formasen parte de la República»
, destaca Marie Pierre, que
lamenta una campaña centrada en «la oposición contra el FN, en lugar de
las propuestas».

Una
avenida separa el Ayuntamiento de la sala de conciertos 
Bataclan, donde
numerosos parisinos y turistas rinden tributo a las víctimas.

La
pequeña Pia, de tres años, juega a tocar las flores ante la mirada de su padre,
Gabriel Delattre: ambos viven a pocos metros de la sala.

Empresario
treintañero, Delattre no ha votado, como casi el 50 % de los franceses, en la
primera vuelta, porque «los que dirigen el país no son los más capacitados
para hacerlo».

Las
presiones que recibió cuando militaba en movimientos estudiantiles para tomar
decisiones que no le «correspondían» y la adopción por el Parlamento
francés en 2008 de la Constitución Europea que la ciudadanía había rechazado previamente
en un referéndum terminaron por decepcionarle.

«Desde
que ocurrieron los atentados tengo todavía menos ganas de votar, porque los
utilizan como excusa
para aumentar la vigilancia y recortar nuestras
libertades», lamenta.




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