(Foto Archivo)

EFE

La cantaora Rocío Márquez y el director hispanoitaliano Enrique Mazzola al frente de la Orquesta Nacional Sinfónica de Ile-de-France llevan por primera vez el flamenco a la Philharmonie de París, con una mítica pieza de Manuel de Falla, «El Amor Brujo».

Nacido en Barcelona en una familia de músicos, Mazzolla subrayó en declaraciones a Efe la importancia de este debut «muy simbólico» para él y su orquesta, que tendrá lugar mañana en la nueva sede musical parisina construida en el noreste de París, en el distrito XIX de París, un barrio muy popular.

«Es un momento muy importante de nuestra vida musical», añadió el director que vive y trabaja entre París, Berlín, Londres y pronto Nueva York, y que ha dirigido en los últimos años a grandes formaciones españolas en conocidos coliseos de su país natal.

Recordó, al respecto, que la orquesta de la región parisiense, cuyas riendas tomó en 2012, es, junto con Les Arts Florissants y la Orquesta de Cámara de París, una de las tres formaciones asociadas de la Philharmonie, donde tienen residencia permanente la Orquesta de París y el Ensemble intercontemporain.

«De todas las versiones de la obra, elegí la primera, la de 1915» que Falla compuso como «una gitanería», y que no es ni un ballet ni una pieza sinfónica, sino una pequeña ópera, ni seria ni bufa, que le gustaba llamar «gitanería en un acto».

Tiene tres protagonistas: la gitana Candelas, interpretada por Márquez; una gitanilla, la actriz francocolombiana Catalina Denis; y un gitano, el actor y director de escena francés Nicolas Briançon, para narrar en dos escenas cómo Candelas intenta recuperar el corazón de su amado.

«Es una historia muy ligera», como un cuento, resume Mazzola, con quien Márquez está encantada de debutar, al ser «un gran director» y por ser también su primera gran actuación en París en el terreno de la música clásica, comentó a Efe.

Es un descubrimiento «en todos los sentidos», destaca esta artista de 29 años en vísperas del estreno.

De la mujer de gran carácter que interpreta, subraya que tiene que sacar su parte más fuerte, pues normalmente es «más romántica, más ‘suavona'», mientras que su personaje es «muy andaluz, muy ‘echao palante’, con mucho desparpajo».

Márquez, cuyo primer álbum, «Claridad», le propulsó junto a otros grandes del flamenco como Miguel Poveda, no oculta su satisfacción por actuar en la espectacular sala circular parisina, rodeada de público por todas partes, algo que considera «todo un lujazo», aunque «no haya ningún rinconcito donde refugiarse».

Su presencia junto a Falla y Mazzola en la llamada «Gran Sala», creada para recibir a entre 2.400 y 3.650 espectadores por el arquitecto Jean Nouvel, en colaboración con los expertos mundiales en acústica Harold Marshall y Yasuhisa Toyota, no será la primera nota iberoamericana de esta Philharmonie inaugurada el 14 de enero.

La Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela y Gustavo Dudamel acaban de triunfar en ella este fin de semana con obras de Wagner, Bethoven, Malher y del hispanocubano Julián Orbón, al igual que días antes la West-Eastern Divan Orchestra, con la batuta y el piano de Daniel Barenboim.

El 19 de enero, el director argentino-hispano-israelí-palestino conquistó a su público con varias piezas hispanas de Ravel, «Rapsodie espagnole», «Alborada del gracioso», «Pavane pour une infante défunte» y «Boléro», junto a otras de Pierre Boulez y Debussy.




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