AFP/EFE

La
Cámara de Diputados de Brasil votó el domingo por una mayoría de más de dos
tercios a favor de la apertura de un juicio de destitución (impeachment) de la
presidenta de izquierda Dilma Rousseff, por presunta adulteración de las
cuentas públicas.

Rousseff
niega haber cometido un «crimen de responsabilidad» y denuncia una
tentativa de «golpe de Estado». La
próxima batalla se librará en el Senado, a menos que el gobierno recurra a
instancias judiciales.

Estos
son los pasos que el proceso podría transitar en la cámara alta. 

– El
Senado, de 81 miembros, formará una comisión de 21, que dará su opinión sobre
la admisibilidad del proceso. 

Para
que un dictamen de destitución sea aprobado en el plenario del Senado y se
instaure el proceso, se necesita una mayoría simple de los legisladores
presentes, una vez conseguido un quórum de 42 senadores. De no lograr ese
respaldo, el proceso se archiva.

Analistas
consideran improbable que, llegado el caso, el Senado rechace un dictamen que
ya tuvo el visto bueno de la Cámara de Diputados y de una comisión propia en la
que están representados todos los partidos de la Cámara alta. 

– Si el
Senado valida la apertura de un juicio de destitución, Rousseff sería apartada
de manera provisoria de sus funciones durante un máximo de 180 días, para dar
lugar al proceso propiamente dicho. Sería reemplazada por su vicepresidente,
Michel Temer, del partido centrista PMDB. 

– La
sesión final del juicio tendría lugar igualmente en el plenario del Senado,
bajo la dirección del presidente del Supremo Tribunal Federal (STF). Son
necesarios dos tercios de los votos (54 de un total de 81), para destituir
definitivamente a la mandataria, cualquiera sea el número de presentes. De lo
contrario, Rousseff reasumiría inmediatamente sus funciones. En esta
sesión única, el presidente del Senado puede votar porque no la dirige.

Michel
Temer, el político que se cansó de los bastidores

Cuando
Dilma Rousseff recibió en diciembre el primer golpe del impeachment, Michel
Temer se destapó con una carta de despecho donde se quejaba de ser un
«vicepresidente decorativo»: después de tres décadas en la sala de
máquinas del poder, este glacial abogado ya no quiere las sombras, quiere
gobernar Brasil.

Y está
más cerca de lograrlo tras la aprobación este domingo por la Cámara de
Diputados que el proceso de destitución contra la mandataria pase al Senado,
que decidirá si la aparta del cargo para enjuiciarla.

Rousseff
lo tachó de «conspirador» y «traidor», después de gestionar
el desembarque de su decisivo partido -el centrista PMDB- de un gobierno al que
llegó como número dos y del que quiere convertirse en verdugo.

A los
75 años, este estratega de andar erguido y aire distante lleva meses
coqueteando con un protagonismo que siempre le rehuyó. Y tras sobrevivir casi
30 años en los envenenados pasillos de Brasilia, supo dosificar las señales de
que su matrimonio de conveniencia con Rousseff ya no le servía. 

Incluso
con su jaque a la reina surtiendo efecto, Temer siguió trabajando entre
bambalinas, aunque consciente de que ahora los focos le buscaban a él. 

Tanto
que ya ensayó ante el espejo su discurso por si acaba con la banda presidencial
cruzada en el pecho. En su segundo «descuido» desde que el sillón de
Rousseff comenzó a tambalearse, el lunes se filtró un nítido audio en el que,
con la voz solemne que da el poder, se dirigía «al pueblo brasileño»
proponiendo un «gobierno de salvación nacional».

El
monólogo era también un guiño a los mercados, que le ven desde hace meses como
el torniquete que puede frenar la hemorragia económica que deja anémico al
gigante sudamericano.

Poeta
en la sombra
 

Temer sorprendió el mes pasado al afirmar con una contundencia
inédita que su partido iba a romper la coalición de gobierno, antes de
apartarse él mismo de la presidencia del PMDB, para calcular desde Sao Paulo
sus últimos pasos hacia el Palacio de Planalto.

No se
esperaba de alguien conocido por su templanza un enfrentamiento tan directo,
como tampoco era fácil imaginar que este discreto político se desnudara en un
libro de poesía o que a los 75 sume tres matrimonios, cinco hijos nacidos en
cuatro décadas, y que comparta su vida con una exconcursante de certámenes de
belleza 43 años más joven.

Michel
Miguel Elias Temer Lulia nació en 1940 y creció en una chacra del interior
paulista como el menor de ocho hermanos de una familia de inmigrantes libaneses
católicos llegados a Brasil 15 años antes.  

En la
capital económica del país se convirtió en un prestigioso abogado
constitucionalista -es autor de una obra de referencia que ha vendido más de
200.000 ejemplares- e inició la carrera que lo llevó a ser tres veces
presidente de la Cámara de Diputados durante sus seis mandatos como legislador
del PMDB.

«Sorprende
que un constitucionalista adopte una posición tan abiertamente golpista, y es
lo que está haciendo Michel Temer ahora. Va a entrar en la historia como un
golpista», aseguró a la AFP Alfonso Florence, líder del gobierno en la
Cámara.

Su
distancia siempre le apartó de los brasileños. Una encuesta de Datafolha mostró
que tiene entre 1% y 2% de intención de votos. «Dicen
que tengo que cambiar mis maneras, que soy demasiado ceremonioso. ¿Pero cómo?
Siento envidia de quien hace bromas. Yo no sé hacer eso», contó a la
revista Piauí en 2010.

El naufragio

La
protección de los bastidores, sin embargo, no impidió a Temer verse salpicado
por el megaescándalo de corrupción en Petrobras. En su
explosiva delación premiada que tiene a Brasilia en llamas, el senador
oficialista Delcidio Amaral afirmó que el líder del PMDB nombró directamente a
dos de los directivos de la petrolera estatal condenados por el fraude y piezas
clave del expolio. 

Aunque
su nombre ya había aparecido en otras confesiones, la Justicia nunca ha
presentado cargos contra Temer, que niega cualquier relación con el asunto. Al
mismo tiempo, el Tribunal Superior Electoral (TSE) investiga su candidatura
junto a Rousseff, por supuesta utilización del dinero del esquema corrupto en
la campaña electoral de 2014. Pese a
que por ahora es poco probable, un fallo del TSE en su contra podría hundirles
juntos. 

 Y en
pleno naufragio, suenan desconcertantes los versos de «Embarque», uno
de los poemas que Temer escribía en servilletas hasta que en 2013 dio el paso
de publicarlos en su libro «Anónima intimidad». 

«Embarqué
en tu nave / Sin rumbo. Yo y tú / Tú, porque no sabías / Para dónde querías ir
/ Yo, porque ya tomé muchos rumbos / Sin llegar a ningún lugar». 

Brasil sin Rousseff, ¿qué pasaría después? 

Con
confeti, canciones y consignas en coro, la oposición brasileña festejó el
domingo la autorización del impeachment contra la presidenta Dilma Rousseff en
la Cámara de Diputados. El objetivo es sacarla del poder… ¿Y después?

Los
diputados aprobaron que el proceso de destitución vaya al Senado, dejando a la
mandataria a dos pasos de salir definitivamente del poder. El
Senado puede comenzar el proceso el próximo mes y de aprobar el juicio,
Rousseff tendría que apartarse del cargo mientras es juzgada.

La
mandataria podría sobrevivir el juicio, pero analistas consultados por la AFP
coincidieron en que la cámara alta seguirá el camino trazado por los diputados.Y los
diputados que anunciaban su voto ante el micrófono como los manifestantes en
las calles no dudaron en decirle: «Chau querida».

Escenario de revancha

El
ganador inmediato de todo este proceso es el vicepresidente Michel Temer, quien
se convirtió en el principal rival de Rousseff y según ordena la Constitución,
asumirá el poder mientras la mandataria es juzgada y completaría su mandato
hasta 2018 si es declarada culpable.

Temer
se ve a sí mismo como un presidente en espera. Quedó claro después de que
divulgara «accidentalmente» una grabación en la que ensayaba su
primer discurso a la nación. Pero la
realidad del cargo puede no ser tan atractiva.

«Un
eventual gobierno suyo va a estar en una situación mejor que el de Rousseff,
pero también muy complicada», dijo a la AFP Diego Werneck, especialista en
Derecho Público de la universidad privada FGV de Rio de Janeiro.

El
abogado constitucionalista y su partido, el centrista PMDB, se encontrarán con
una oposición amarga y vengativa, si Rousseff es forzada a dejar el cargo.

Profundamente
impopular entre la mayoría de los brasileños, Temer, de 75 años, enfrentaría un
problema de credibilidad al llegar a la presidencia sin el voto popular.

Y eso
antes de abordar los problemas estructurales, en un momento en que la mayor
economía de América Latina atraviesa su peor recesión en décadas y espanta a
los inversionistas. Las tres grandes agencias calificadoras de riesgo han degradado
las obligaciones de la deuda brasileña a la categoría de bonos basura.

Pesadilla

La
crisis va a continuar, e incluso se agravará, porque el lado perdedor va a
utilizar todos los instrumentos para boicotear a los ganadores. En cualquier
caso, Brasil amanecerá peor mañana», dijo a la AFP el analista político
André César.

Temer
ha dicho que pretende establecer una coalición de unidad nacional, pero
«no es tan fácil. Será una pesadilla», agregó. Werneck
dijo por ejemplo que Temer puede terminar luchando contra sí mismo para
mantenerse en el poder.

Aliados
de Rousseff han presentado un pedido de impeachment contra el hoy vicepresidente,
alegando que está tan involucrado en el supuesto maquillaje de cuentas en el
que se basa el caso de Rousseff.

Aunque
es poco probable que un proceso de impeachment en su contra se concrete –su
compañero de partido Eduardo Cunha preside la Cámara de Diputados–, la amenaza
estará siempre latente.

Temer
enfrenta además con Rousseff un proceso en la justicia electoral, acusados de
haber recibido dinero sucio de la trama de corrupción en Petrobras para
financiar su campaña. El tribunal podría anular la elección, llamar a nuevos
comicios y dejar al vice sin el pan y sin la torta.

Crisis sin fin

El
obstáculo más inmediato para quienquiera esté en el poder es recuperar la
gobernabilidad de este país fracturado. Rousseff
se halla prácticamente sin ningún poder en el palacio presidencial, sin
conexión con el Congreso y desprestigiada entre la población. Los
analistas dijeron que Temer corre el mismo riesgo.

Su PMDB
tiene una mescolanza de ideologías y siempre jugó un papel clave en el poder,
aún cuando no ha presentado un candidato propio desde 1994. Con socios
potenciales para las próximas presidenciales de 2018, las alianzas no obstante
pueden ser frágiles.

Sylvio
Costa, especialista político del blog Congresso em Foco, dijo que Rousseff está
cerca de irse, pero que más problemas se avizoran en el horizonte.

 «Quien
pierda seguirá protestando en las calles. De lo que hay seguridad es que la
crisis no termina hoy», dijo.

Fuegos artificiales y cacerolazos 

Con gritos de «Fora Dilma», fuegos artificiales y cacerolazos, miles de brasileños celebraron en las calles de las principales ciudades del país el avance del juicio político contra la presidenta Dilma Rousseff.

En Sao Paulo, donde se registró la mayor concentración contra el Gobierno, una multitud estalló en gritos de alegría cuando se confirmó la derrota del Gobierno en el Parlamento, que hoy aprobó, por 367 votos contra 137, dar luz verde al «impeachment» contra la presidenta, cuyo futuro queda ahora en manos del Senado.

La celebración incluyó el himno nacional, fuegos artificiales y bocinazos y cacerolazos contra el Ejecutivo, mientras se desplegaba una bandera gigante con la palabra «impeachment» en las inmediaciones de la sede de la patronal industrial paulista, la más poderosa del país, que se ha involucrado con fuerza en el apoyo al juicio contra Rousseff. 

A pocos kilómetros, en el centro de la ciudad, los partidarios del Gobierno lloraban de rabia e impotencia y se agarraban a la última esperanza de Rousseff, la votación en el Senado.

En la capital del país, Brasilia, también decenas de miles de personas esperaron los resultados de la votación en la Explanada de los Ministerios, aunque para evitar incidentes, partidarios y detractores del Gobierno estaban separados por una gigantesca valla de casi un kilómetro de largo.

En Río de Janeiro, donde las movilizaciones se desarrollaron frente a las playas de Copacabana, cientos de personas esperaron hasta última hora de la noche para celebrar la decisión el Parlamento en el mismo clima festivo que marcó las marchas que se desarrollaron durante el día.

Las movilizaciones, que se repitieron en 25 estados de Brasil en medio de un fuerte dispositivo de seguridad, transcurrieron con normalidad y con incidentes aislados. 

 




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