EFE

El burkini, el «bañador
islámico» que cubre totalmente el cuerpo de la mujer, dejando únicamente
al aire la cara, los pies y las manos, se ha convertido desde su creación en
blanco de las críticas tanto en países de Occidente como del mundo islámico.

La reciente polémica que estalló
en Francia después de que la localidad de Villeneuve Loubet prohibiera esta
prenda en sus playas, por considerarla entre otras cosas «un símbolo
islámico dañino a la neutralidad de los espacios públicos», contrasta con
la opinión de muchos clérigos musulmanes, que prohíben el burkini por
considerar que contraviene los principios religiosos del islam.

Aunque el 26 de agosto, el
Consejo de Estado de Francia anuló el decreto de prohibición emitido por la
ciudad costera, tras considerarlo «una afrenta grave y manifiestamente
ilegal contra las libertades fundamentales», la controversia no se ha
detenido.

Desde el otro lado de la costa
mediterránea, son muchos los creyentes musulmanes y expertos religiosos que
consideran que el burkini contraviene las normas islámicas.

La profesora de jurisprudencia
comparada de la Universidad egipcia de Al Azhar Fathia Hanafi dijo a Efe que el
islam prohíbe que las mujeres se vistan con «ropa atractiva, estrecha y
transparente o con cualquier prenda que muestre los detalles de su
cuerpo», tal como ocurre con el burkini, especialmente cuando está mojado.

Para Hanafi, la polémica en torno
al burkini tiene una base cultural y no religiosa porque, subraya, «el
islam prohíbe que las mujeres vayan a playas mixtas».

Tradicionalmente, las mujeres
conservadoras que decidían darse un chapuzón lo hacían vestidas con su ropa
habitual de calle, una práctica que todavía se puede contemplar en numerosas
playas y piscinas.

Conforme a las interpretaciones
más rigoristas del islam ni hombres ni mujeres pueden acudir a estos lugares de
ocio, ya que la mezcla de sexos y más aún la posibilidad de que puedan
contemplarse unos a otros «semidesnudos», no está permitida.

No obstante, no todas las
bañistas optan por esta prenda por motivos religiosos, como Lilya Badaui, una
mujer de 39 años quien asegura que suele ponerse el burkini en algunas
ocasiones, cuando va a nadar a la piscina o a la playa, por «pudor», según
explicó a Efe.

«El año pasado, elegí ir a
nadar en burkini por pudor, sobre todo. Había ganado mucho peso y,
personalmente, me pareció que el traje de baño clásico no cubría suficiente mis
curvas. Para mí fue una manera de protegerme de miradas indiscretas»,
precisó Badaui, que prefirió no ser identificada por su verdadero nombre.

Badaui, que se considera una
musulmana moderada, aseguró que habitualmente no lleva velo.

«Pero puedo usar un burkini
en la playa. Es una decisión que viene de mi propia percepción del
cuerpo», agregó.

Según ella, lo hace por «la
educación y los principios inculcados» por sus padres, como «la
discreción, la modestia y evitar la provocación», cuestiones que, en su
opinión, están más allá de los imperativos islámicos.

La creadora de esta prenda, la
australiana de origen libanés, Aheda Zanetti, una musulmana amante de los
deportes, ha defendido siempre el burkini como un traje para dar más libertad a
las mujeres.

Una de las últimas polémicas
desatadas en Egipto en torno a esta vestimenta de baño se registró
recientemente en una urbanización turística de la península del Sinaí, después
de que una mujer con burkini fuera expulsada de la piscina.

El caso está en los tribunales,
después de que la bañista denunciara al presidente de la administración de la
zona residencial, situada en la zona de Ras al Sadr, quien justificó su
expulsión por «motivos de higiene», otra de las causas esgrimidas en
su día por el ayuntamiento francés de Villeneuve Loubet.

Consultado por Efe, el vicejeque
de la Mezquita de Al Azhar, la institución más prestigiosa del islam suní, Abás
Shumán, restó importancia a la controversia y evitó valorar la cuestión o
abordar el tema de manera directa.

Según Shumán, «hay que
garantizar las libertades individuales, por un lado, y que las personas vistan
lo que quieran, pero hay que respetar también la leyes en vigor».

El responsable religioso subrayó que Al Azhar decidió no intervenir en
el debate creado sobre el burkini, para evitar avivar la polémica y debido a
que considera que se trata de un asunto interno de Francia. 




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