Fabio Solano || Solanofabio@hotmail.com

“Increíble, pero solo pasa en este país. Acaban de nombrar presidente a uno que usted y yo, y mucha gente, sabemos que tuvo y tiene negocios con los barones de la frontera, con la mafia”. Manolo había dicho aquello con certeza, a sabiendas que su interlocutor era de su mismo parecer. Por eso miró a su jefe y dueño de aquella pequeña editorial, como buscando aprobación. La oficina no tenía mucho: Cinco escritorios para los redactores y el hombre de diseño, una pared falsa de madera, con puerta de vidrio, para separar al dueño y editor, justo donde estaban ahora, mesa de por medio. Don Julio desplegó el periódico y vio la cara del nuevo presidente. Un exgobernador que había sido designado por el parlamento, debido a la dimisión del presidente en ejercicio. Se sostuvo dos años apenas y luego renunció alegando que no lo dejaban gobernar. Ahora el designado por el partido de gobierno, tendría que responder a los intereses de su organización, que no eran precisamente los del pueblo. De pronto el viejo editor se quedó mirando a su interlocutor y con cierta duda preguntó: “¿No es este el mismo gobernador aquel que golpeó personalmente a dos viejos periodistas del norte, por denunciar la corrupción en su gestión?”.

Manolo recordó de inmediato el incidente. “Claro, Don Julio. Este era el gobernador de Baja California, un general de esos que se decían revolucionarios, pero que se dedicó a hacer negocios sucios. Abelardo Rodríguez se buscaba los pesos desde que a los 23 años se enroló con los constitucionalistas de Obregón. Primero fue jefe militar, y luego el presidente de turno lo nombró Gobernador. Dicen que ejerciendo el control con el borde territorial con los Estados Unidos, capturó a contrabandistas de licor que pretendían surtir al norte. Fue cuando supo que ahí había un negocio, e impuso su impuesto de paso particular. Claro que le enviaba un porcentaje al presidente. Ya de gobernador permitió reabrir casinos en Tijuana, e instalar nuevos. Todos pagaban y el justificaba diciendo que eran recursos para combatir al alzado de La Huerta”.

Manolo miró a su jefe, quien sirvió un par de tazas de café, como para animarlo a continuar: “Ya gobernador llegaron a visitarlo cuatro enviados de la mafia del vecino del norte. Fue cuando se convirtió en socio de esos criminales. Abelardo compró una buena extensión de tierras a la orilla del rio Tijuana, en la frontera con Estados Unidos. Luego, con sus socios norteamericanos, creó una compañía con 750 mil dólares, en 1926. Construyeron el hotel Agua Caliente a todo lujo. No sólo era el gran número de habitaciones. Tenía campo de golf, hipódromo, salas de fiesta donde actuaban y cantaban famosos como Buster Keaton o Laurel y Hardy. Construyeron su propio aeropuerto, de manera que por aire llegaban artistas como Clark Gable, Bing Crosby, el tarzán Johnny Wiessmuller. Todos venían al sitio del placer, escapando de la prohibición de venta de licor extendida a toda Norteamérica. Abelardo Rodríguez se hizo millonario en poco tiempo”.

Don Julio dijo algo del diario que circulaba en aquella época por el valle de Mexicali, muy leído en Tijuana. Y Manolo siguió: “Si. Ese era “El Monitor”. Ese fue el que un día destapó los negocios mafiosos del entonces gobernador. Echaron todo el cuento de los pagos en la frontera para pasar el licor, y también lo del hotel. Abelardo montó en cólera y envió a sus secuaces a capturar a los denunciantes. Un par de viejos periodistas, villistas. Uno manco de apellido Esperón, y otro cojo llamado Zepeda. Rodeado de hombres armados, personalmente les entró a golpes, derribándolos con la cacha de su pesado revólver. Fue un escándalo que repercutió fuera del país. El presidente obligó a un funcionario menor a asumir la culpa por lo que había hecho el gobernador. Y luego ordenó el cierre de “El Monitor”, por contrarrevolucionario. Pasados ocho años, el tal Abelardo Rodríguez, general y millonario, será presidente interino de México hasta terminar el mandato del renunciante Pascual Ortiz. Esa es la calidad de presidente que tendremos por los próximos dos años”.




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