Estefanía Rosales Coronel

“Cambio jabones de baño y champú por leche completa y
harina. ¿Dónde nos vemos?” se lee por Instagram entre madres que desesperadas
han decidido por el “trueque” ante la escasez en Venezuela. Hasta María
Gabriela que no tiene hijos, no vacila comprar pañales, con la esperanza de
cambiarlo por un producto que requiera, por ejemplo, toallas sanitarias. Así
como ella, un sin fin de personas está usando las redes sociales para
intercambiar rubros que no se consiguen y otros inimaginables, desde guitarras
hasta ganado.

El  trueque es solo
una consecuencia más de la inflación y la escasez. “Como hay pocos bienes
disponibles en la economía, la familia básicamente compra todo lo que consigue
y luego ve si lo necesita, y si no lo necesita trata de intercambiar”, sostiene
la economista Anabella Abadí.

Cuando el sueldo se erosiona por el efecto de la inflación,
que anualizada hasta junio fue de 113,2% (Bank of América); no hay certidumbre
de nada. De una inflación mensual de 3 o 4%, ya va por los dos dígitos. Los
economistas esperan que escale hasta el 50% mensual, transformándose en una
hiperinflación.

“El trueque es una alternativa real, parte de la premisa de
que no conviene tener bolívares sobrantes en la mano”, dice Abadí. “Invertirlos
más bien en algo que mantenga el valor”.

Aunque invertir en bienes es una opción para personas que
tienen bolívares sobrantes, las familias en déficit tienen que buscar otras
opciones como la revisión del presupuesto familiar. Todos los estratos sociales
se ven afectados por la inflación, pero los más vulnerables son los sectores
más pobres. La inflación de alimentos y bebidas no alcohólicas tradicionalmente
ha sido mayor que la inflación general, por ejemplo, el 2014 cerró con una
inflación general de 68,5%, y la inflación de alimentos cerró en 102,25%.
Mientras menos recursos poseen las familias, mayor proporción del ingreso
destina al consumo de alimentos. 

En el mejor de los casos, la inflación cerraría sobre el
100%, calcula la economista. Otras estimaciones, entre 270 y 360%. Las
economías mundiales poseen una inflación promedio de 2 o de 3% al año. Cuando
es de 3 dígitos en una economía que no está en guerra, es increíblemente alta.

 

Evolución del trueque

Por lo general, el intercambio de bienes sucede dentro del
núcleo familiar. Ahora, han aparecido comunidades virtuales como
@solo.trueques, @venezuelatrueque, @tengoycambionaguanagua y
@eltruequevalencia.

“Inicié la página porque necesitaba hallar pañales para mi
ahijado”, confiesa la administradora de @eltruequevalencia, quien se reserva su
nombre. “Y observé que habían muchas páginas de trueque, pero casi todas eran
de Maracaibo, de Caracas y quería una para localizar personas en Valencia. Así
nació la iniciativa”.

Las reglas de las cuentas son claras: nada de reventas o
bachaqueo. Los usuarios que estén interesados mandan una fotografía de lo que
tienen junto a lo que necesitan, acompañado de su nombre y área de residencia.
La mayoría son madres en busca de leche o pañales.

@eltruequevalencia creció a una velocidad que impresionó a
su creadora: 600 seguidores en un par de semanas, 1000 en menos de un mes y
alrededor de 20 o 30 mensajes diarios de usuarios a la caza de productos que
escasean.

-Las redes sociales son un mecanismo muy idóneo para
compartir y hacer negocios. En el caso de Venezuela, están ayudando al
consumidor porque están bajándole los costos en tiempo y dinero, expresa el
experto en medios digitales y redes sociales de Datanálisis, Carlos Jiménez.

En el caso de Twitter es una red de información instantánea,
se presta para discutir temas de inflación y escasez. Instagram, por su
componente visual para ofrecer productos, no solo los escasos, sino los
elaborados por los usuarios como manualidades y postres para aumentar sus
ingresos.

Mensajes como “No me quedan pañales, ofrezco los que me quedan
por una fórmula de bebé. Lo que sea que me pidas, por favor, mi hijo ya no
tiene, no aguanta las otras leches’, son reflejos de la gravedad. La
desesperación es increíble”, reflexiona la administradora de
@eltruequevalencia.

 

¡Otras formas de sobrevivir!

Lo que hoy estamos invirtiendo de alguna manera resguarda el
valor del bolívar, manifiesta la economista Anabell Abadí. “Compro pañales no
nada más por comprarlos, sino que tengo la expectativa de que los voy a poder
cambiar”. Así, las posibilidades de inversión son limitadas. Los venezolanos
podrían invertir sus bolívares sobrantes en un automóvil o apartamento, pero
los precios son muy elevados. Aunque los carros ni siquiera se consiguen,
incluso se venden en dólares. Otras opciones: invertir en educación o salud.
Adelantar gastos, programas de actualización profesional, invertir en
formación. Adelantar controles médicos, por los precios y la disponibilidad de
insumos.

La tarjeta de crédito puede ser una buena idea pero de
manera responsable, la persona tiene que entender que eso se tiene que pagar,
idealmente se debería utilizar para inversión, advierte la economista.

El dinero al final cumple tres funciones: Es una unidad de
cuenta, un medio para intercambio y es un medio para resguardar el valor.
“Cuando ya no resguarda el valor, no conviene tenerlo. Conviene convertirlo en
un activo que sí guarde el valor”.




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