Reporta: Dayrí Blanco
La caída en la producción
en las concreteras del país incide directamente en el desabastecimiento
de este producto, necesario para la construcción de edificios y casas. Desde
2007 las fábricas de cemento pasaron a manos del Estado venezolano.
La comercialización en la red privada está afectada porque
lo poco que se produce se destina a la Gran Misión Vivienda Venezuela.
Las cabillas también escasean. Guillermo Manosalva,
presidente de la Cámara de Comercio de Valencia, detalló que en los 150
negocios que se vendían no hay inventario.
Los pocos insumos que están disponibles para la construcción
de inmuebles tienen precios elevadísimos. Por un saco de cemento, que según la
regulación cuesta 28 bolívares, hay que pagar 400 bolívares y una cabilla de
media cuesta 1.400 bolívares, cuando el precio justo es de 70 bolívares.