Estudiantes esperan más de seis meses por remesas. (Foto Cortesía)

Gabriela Espinoza F. || gespinoza@el-carabobeno.com

A veces no quiero ni despertar. No sé hasta cuándo voy aguantar, confiesa apenada Laura Ortiz, una de las cuatro mil estudiantes venezolanos que se encuentran en España tratando de cumplir su sueño: adquirir conocimientos para ejercer con excelencia su profesión en su país natal.

Esta educadora egresada de la Universidad de Carabobo y docente popular por prestar sus servicio en zonas de bajos recursos con Fe y Alegría, cursa un Master de Intervención en Dificultades del Aprendizaje en el Instituto Superior de Estudios Psicológicos (ISEP), en Barcelona desde octubre de 2014.

Pese a que su estatus es correcto, parece que para Cencoex esto no es suficiente, debido a que desde esa fecha no ha recibido la primera remesa. Cada vez que Ortiz llama a este organismo debe esperar hasta una hora y media para que la atiendan, en el mejor de los casos un operador. De lo contrario tiene que intentar de nuevo.

Un suspiro hondo divide la indignación y la impotencia. Su visión de viajar para emprender una meta no era ser rechazada en el Banco de Empleos de España por ser sobrecalificada para trabajar como personal de limpieza. Además de hacer colas los lunes en el Banco de Alimentos para pedir comida.

El peso de la zozobra debe sostenerlo en sus hombros junto a los 70 estudiantes más y sus 15 hijos que están en este grupo que enfrentan esta crisis humanitaria. Luego que uno de los estudiantes que se encuentra en Madrid pasando esta situación, Ortiz decidió conformar el grupo Estudiantes Venezolanos en Cataluña para alzar sus voces.

Me quedé sin piso -residencia-, no tengo qué comer, son unas de las penurias que debe escuchar al ser la presidenta de esta organización. “Jamás en mi vida pensé que tendría que hacer esto. Es muy frustrante sentir que nadie te oye y que eres invisible”, reveló Laura Ortiz.

Al confesar sus preocupaciones y manifestar su deseo de dejarlo todo para regresar a Venezuela para poder usar su propio dinero que el Cencoex le niega, recibe palabras de aliento de sus compañeros para seguir adelante.

Como presidenta de esta organización debe cumplir una rutina distinta a un estudiante común. Visita distintas asociaciones que brindan apoyo a personas que no tienen recursos para mantenerse. Donaciones de tickets para transporte forma parte de las colaboraciones que reciben. Las personas que deseen colaborar desde afuera los pueden contactar por medio del correo: vzla.estud.bcn@gmail.com.

Que el defensor de los derechos humanos en Venezuela los acuse constantemente de ser inoportunos, Laura Ortiz lo instó a visitarlos para que verifique sus casos. Pese a que el cónsul muestra sensibilidad no tiene respuesta y los estudiantes deben resolver. Además precisó que no pertenecen a ningún partido político.

Laura Ortiz vendió su carro y su apartamento para invertir en sus estudios. A las penurias que ha debido enfrentar ahora ve cómo su sueño se desvanece más, luego de que el instituto le diera un ultimátum: no entrar más a clases hasta que cancele su deuda.




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