EFE

Más de 50 personas murieron en una estampida que se originó
en una fiesta tradicional después que la Policía empleara gases lacrimógenos
para dispersar una protesta en la región de Oromia, en Etiopía, donde en el
último año han muerto más de 400 personas a causa de la represión policial.

Una multitud de personas celebraba en la localidad de
Bishoftu, a unos 40 kilómetros de Adis Abeba, la Irrecha, la gran ceremonia
anual de los Oromo, el mayor grupo étnico del país.

En medio de esta fiesta tradicional, algunos asistentes empezaron
a agitar banderas de la región y corear consignas contra el Gobierno, al que
acusan de perseguirles de manera injustificada.

Fue entonces cuando la Policía intervino y utilizó gases
lacrimógenos para dispersar a los manifestantes, lo que provocó el pánico entre
la multitud, según dijo a Efe un activista social que se encontraba en el lugar
de los hechos y que prefirió mantener el anonimato, según dijo, por miedo.

«La gente empezó a correr y algunos cayeron en zanjas de
unos 15 metros de profundidad. Algunos cayeron unos encima de otros, lo que
empeoró la situación», relató este testigo, que aseguró que al menos una
veintena de personas murieron en el acto.

Sin embargo, la cifra de víctimas no está clara, ya que el
partido opositor más importante en la región, el Congreso Federalista Oromo
(OFC), asegura que podría haber más de cincuenta muertos.

En este sentido, criticó la actuación de las fuerzas de
seguridad, a las que atribuyó la responsabilidad de este trágico suceso.

Incluso antes de que empezaran las protestas, algunos medios
locales aseguraron que varios helicópteros sobrevolaban la zona para vigilar el
transcurso de esta ceremonia tradicional de los oromo.

El Gobierno etíope, por su parte, confirmó en un comunicado
que varias personas murieron durante los momentos de «caos» y
«disturbios» que se vivieron en Oromia entre manifestantes y las
fuerzas de seguridad. Sin embargo, no ha ofrecido aún ninguna cifra oficial de
víctimas mortales.

Desde noviembre de 2015, Etiopía ha registrado una ola de
protestas sin precedentes por todo el país y más de 500 personas han muerto
como consecuencia de la represión de las fuerzas de seguridad en las regiones
de Oromia, en el centro sur del país, Amhara, en el norte, y Konso, en el sur.

Las manifestaciones se originaron tras la aprobación de un plan
urbanístico para expandir Adis Abeba, lo que puede poner en peligro las tierras
de cultivo de los oromo, un pueblo tradicionalmente agrícola y seminómada,
aunque finalmente el Gobierno decidió retirarlo.

Protestas similares se registraron en abril de 2014, cuando
también se produjeron muertes, heridos y detenciones masivas de manifestantes.

Organizaciones de defensa de los Derechos Humanos como
Amnistía Internacional (AI) han denunciado en repetidas ocasiones que el
Gobierno etíope detiene de forma periódica a intelectuales y figuras
prominentes entre los oromo porque teme que su influencia política puede animar
a la población a revelarse contra la administración.

En medio de esta ola de protestas, el primer ministro de
Etiopía, Hailemariam Desalegn, anunció que su Gobierno había ordenado al
Ejército y al resto de fuerzas de seguridad que «tomen todas las medidas
necesarias para restaurar la paz y el orden».

Organismos como la Unión Europea han instado al Gobierno de
Etiopía a utilizar los mecanismos constitucionales vigentes para alcanzar una
solución pacífica en este conflicto. (LSN) 




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