Las ensambladoras de automóviles del país eran sus clientes. (Foto Archivo/Referencial)

Dayrí Blanco

Cada día la rutina se repite. A las 7a.m. llegan a la empresa las 214 personas que integran la nómina de Autoseat de Venezuela. Conversan entre ellos, y se sientan a esperar que termine su horario de trabajo a las 3:30 p.m. Con suerte, esta fábrica estatal de asientos para vehículos produce 1,1% de su capacidad instalada.

La época en la que manufacturaban 900 unidades diarias se acabó desde que el Ejecutivo dejó de enviarle recursos.

Las principales ensambladoras de automóviles del país eran sus clientes. Cuando aún funcionaba bajo el nombre de Johnson Controls, antes de ser expropiada, el 80% de su producción de butacas estaba destinada para los carros de General Motors, y el 20% restante para Ford Motors de Venezuela. Pero desde 2012 no les aprueban el presupuesto para invertir en maquinaría ni reponer inventaros. Se han limitado a cumplir con los salarios de los trabajadores, que durante los últimos meses han sido enviados con atraso.

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