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Definitivamente, Nicolás Maduro no pega una. El exchofer del Metro de
Caracas sigue a la deriva, perdido y sin brújula. La multitudinaria
manifestación popular que se llevó a cabo el pasado 1 de septiembre en Caracas
y en otras ciudades del país dejó al jefe del gobierno desbalanceado,
descolocado, desmemoriado y en estado de shock.

Maduro sigue con las gríngolas puestas, pretendiendo tapar el sol con un
dedo, negándose a  creer que más de un millón de personas hayan tomado las
principales arterias viales de la capital del país para exigir su salida del gobierno
y la activación inmediata de un Referendo Revocatorio. Nicolás está seguro de
que todo fue un montaje y que en realidad, la marcha apenas logró convocar a
unas 30 mil personas, tal cual como se lo informó su amigo y consejero José
Vicente Rangel.  

El Jefe de Estado se ha robado la atención del mundo entero luego que la
prensa internacional reseñara el incidente ocurrido en la urbanización Villa
Rosa, en el estado Nueva Esparta, Isla de Margarita, donde al parecer
arremetió, maltrató y empujó a una mujer llamada Eudis Marcano, de 65 años, ama
de casa, trabajadora doméstica, por el presunto delito de darle golpes a una
olla de cocina.

De
acuerdo con un boletín de prensa emanado de la Mesa de la Unidad, un residente
del sector Villa Rosa, en el municipio García de Nueva Esparta, quien presenció
el incidente registrado la noche del 2 de septiembre, cuando el primer
mandatario nacional, Nicolás Maduro, visitó la isla de Margarita, observó el
momento cuando el Presidente reaccionó de manera violenta ante un cacerolazo
espontáneo de los parroquianos, en medio de una visita que cumplía a esa
comunidad margariteña.

El
testigo presencial del hecho, quien prefirió no dar a conocer su identidad para
evitar ser llevado a prisión como ocurrió con el director del portal Reporte
Confidencial, indicó que “todo ocurrió cuando la comitiva de unidades
automotores se retiraba del perímetro, a donde había acudido el jefe de Estado
para entregar unas viviendas remodeladas (…) En medio del ensordecedor
cacerolazo, Maduro descendió de repente de la camioneta y arremetió contra la
gente, después, comenzó a correr como un loco desatado por el medio de la calle
y por donde pasaba pretendía dar muestras de que él era el hombre fuerte, el
hombre grande del país”.

El
testigo señaló que en su desesperación, por no poder controlar a la gente que
hacía sonar las cacerolas, Maduro “golpeó a una muchacha, a un muchacho,
a un amigo mío le pegó en el rostro. Asimismo, una joven, a quien el presidente
le arrebató la olla que portaba, quedó como en shock. Yo digo que una persona
enferma del corazón pudo hasta haber sufrido un infarto con semejante percance.
Mientras, el personal de escoltas mostraba las pistolas de forma intimidatoria.
¡Fue algo realmente terrible! ”
.

De acuerdo con la
versión del testigo, “el propio gobernador, Carlos Mata Figueroa,
participó en los sucesos ocurridos en Villa Rosa. Es más: él fue uno de los que
tomó la iniciativa de quitarle las cacerolas a la gente”.
Es importante
destacar que el gobernador
Carlos Mata Figueroa fue quien promocionó a través de
las redes sociales la visita de Maduro a Nueva Esparta, indicando que la gira
del Primer Mandatario sería para entregar 148 viviendas rehabilitadas en Villa
Hermosa, una urbanización que tiene más de 25 años de construida. Son 5
edificios donde según el gobierno fueron beneficiadas más de 350 familias. Los
edificios fueron construidos por la administración del ex presidente y ex líder
de Acción Democrática Jaime Lusinchi.

Otro
vecino del sector, que también prefirió el anonimato, sostuvo que lo ocurrido
en la ciudad Satélite de Villa Rosa “fue 
culpa de Maduro, porque él cambió la ruta. Se
suponía que iba a pasar por otra calle que comunica con Villa Juana y no por la principal. Además,
él se bajó de la camioneta para regañar a los que estaban caceroleando.
Sus funcionarios de Casa
Militar
 se bajaron
armados. Todos nos quedamos en shock cuando vimos todo esto”.

Un
tercer testigo aseguró además que Maduro, sí empujó a una señora, que él intentaba calmar por medio del diálogo y
al notar que la señora no le prestaba atención mientras continuaba
caceroleando, le arrancó de las manos la olla”.

Horas
antes de que ocurrieran los hechos, Nicolás Maduro pronunció una frase, en
cadena nacional de Radio y Televisión, que pudo haber sido el detonante de la
manifestación popular que se registró en ese populoso sector de la Isla de
Margarita: “No estoy comiendo coba, quien se pase de la raya y se coma la
luz, va a encontrar la mano de hierro de la revolución. No como coba, ni con
adecos, ni oligarquía, ni con sifrinos, ni con nadie. Así de sencillo se los
digo”
.

Lo ocurrido en
Villa Rosa es apenas una pequeña demostración de lo que puede ocurrir en el
país si las “reptoras” del CNE continúan con su perversa estrategia de impedir
la realización de un Referendo Revocatorio antes de que concluya 2016. El 80%
de los venezolanos, según lo evidencian todas las encuestas que se han hecho en
el territorio nacional, desean que se convoque una consulta popular para
determinar el futuro de Maduro y su gobierno antes que se acabe el año.
Venezuela se parece a una casa, cuyas paredes están ardiendo y cuyos habitantes
desean salir de allí cuanto antes.

El gobierno de
Maduro, con la complicidad del CNE, el TSJ y de la cúpula militar que lo
sostiene, está empeñado en bloquear todas las puertas y ventanas para que la
gente no salga de la casa que se quema, condenando a toda una nación a morir
calcinada. Pero cuando el deseo de supervivencia de todo un país es más fuerte,
la gente sale del rancho que se incendia por donde sea, por cualquier
resquicio, por cualquier rinconcito, sin importar a quien se lleva por delante.
Si el país nacional no encuentra la salida de emergencia (porque el gobierno
pretende bloquearla) la gente encontrará la forma de salir del incendio por las
buenas o por las malas.

Un Presidente
incapaz de entender y comprender la explosiva situación social y económica que
se vive en el país, y que atropella a humildes ciudadanos que lo único que
hacen es darle golpes a una olla vacía, para expresar su rechazo y descontento,
no puede conducir a una nación en crisis. Con su actitud frente al pueblo de
Villa Rosa, Maduro demostró que está completamente fuera de sus cabales y que
está incapacitado, mental y físicamente para seguir al frente de sus delicadas
responsabilidades. Revisen la historia y díganme si alguna vez vieron a Carlos
Andrés Pérez o a otro mandatario venezolano maltratando a una persona por tocar
las cacerolas.

El mayor acto
de locura registrado en la historia de Venezuela, realizado por un hombre que
estuvo a un paso de ser Presidente, la plasmó, en El Pasajero de Truman,
un excelente libro, escrito por mi amigo Francisco Suniaga, quien contó con su
extraordinaria pluma, la manera como
Diógenes
Escalante se volvió loco
en una habitación del hotel Ávila de Caracas, entre los
días 2 y 3 de septiembre de 1945. Tal parece que aquel acto de Escalante se quedó
corto, frente a la locura cometida por Maduro, 71 años después, el 2 de
septiembre de 2016, en Villa Rosa, Isla de Margarita.

No hace falta
ser psiquiatra, para darse cuenta que la desesperación tiene a Maduro al borde
de la locura. Lleva varios días amenazando al país entero, mostrando claras
evidencias de que psíquica y emocionalmente no se encuentre bien. Hay que estar
preparados para lo que viene. En Nueva Esparta, por ejemplo, la arremetida del
gobierno contra los habitantes de Villa Rosa no detendrá las protestas. Todo lo
contrario, la gente ya está organizándose para ofrecer un cacerolazo de
proporciones mundiales, entre los días 13 y 18 de septiembre cuando se realizará
en el Hotel Venetur del estado Nueva Esparta, la cumbre de los países No
Alineados (NOAL).

Nicolás Maduro
le haría un gran bien a Venezuela y al mundo, si un día de estos, al igual que
Escalante, pronunciara las palabras del aquel insigne y noble hombre, que en
medio de la locura, se percató de que le era imposible gobernar un país: “Díganle
a mis amigos que me perdonen. Que no pude responder al honor que me hacían al
poner en mis manos el destino de Venezuela”
.




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