Hasta seis horas en cola se debe esperar para poder comprar los cilindros llenos. (Foto Clemente Espinoza)

Dayrí Blanco

Álvaro Boscán tuvo suerte la mañana del jueves. Luego de cinco horas se fue a su casa con la bombona de gas cargada. Hace una semana tuvo tres intentos fallidos. Pasó mediodía en la cola que se forma a diario en las adyacentes del llenadero de la zona industrial municipal norte y se regresó sin cumplir su objetivo. La escasez de cilindros en las plantas de llenado, fallas en la red de distribución y la especulación de los pocos despachadores que laboran, son las vertientes de la crisis que atraviesan familias enteras en la casería de una bombona.

Todos los meses es la misma historia. Desde Tocuyito José Giusti llega a ese lugar con su cilindro de diez kilos a cuesta. Antes de las 7:00 a.m. se le ve en el sitio. Conforme pasan las horas el grupo se va acrecentado. En días buenos a las 10:00 a.m. llega el camión, su conductor monta las bombonas en el vehículo, pero antes las marca con el número de cédula de cada cliente. Después debe esperar su turno en el llenadero. Es un proceso que puede tardar hasta seis horas.

Pero en ocasiones la empresa cierra sus puertas y la mercancía no sale. Los compradores deben volver al día siguiente. Buscan alguna sombra que los cobije y esperan pacientemente.

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