Dayrí Blanco
Juan Arias está en casa desde el lunes. Intenta aprovechar sus días libres decretados por el Ejecutivo en reparaciones pendientes. Pero no puede. Se queda con el taladro en mano cuando a las 8:00 a.m. hay una interrupción eléctrica. Espera. Pasan dos horas y no la restituyen. 60 minutos más y nada. Ya cerca de la hora del almuerzo decide salir con su esposa e hijos, pero al llegar al centro comercial pasa lo mismo, “no hay luz”, les dicen en la entrada del estacionamiento. “Entonces el país está paralizado”, expresó sin saber que el Gobierno gastó en cinco años el doble del valor neto en dólares del Sistema Eléctrico Nacional (SEN) para causar un colapso.
Los racionamientos son un hecho. Cada vez se intensifican más en zonas residenciales. No basta con mantener las industrias paralizadas. La falta de mantenimiento y no incorporar generación, líneas de transmisión y distribución, pese a haber invertido un poco más de 50 mil millones de dólares con dos decretos de emergencia, provocaron la crisis. En 2007, los activos fijos de todo el SEN fueron evaluados en 27 mil millones de dólares, “y con la inversión no se hizo nada. Deberíamos tener al menos tres Guri”, advirtió la ingeniero eléctrico, Eva Monagas.
Pero no todo depende del bajo nivel del embalse y la sequía desde el alto Caroní. De 17 mil 500 megavatios que deberían estar disponibles con las termoeléctricas al menos el 70%, considerando un problema grave de mantenimiento solo se aportan al SEN cinco mil 600, que es igual a 32% de la capacidad máxima sin incluir a El Guri. “Esto deja en evidencia que el problema es más complejo que la falta de agua. El problema es de gestión del sector en cuanto a subsistema de producción de energía”.
PAÍS PARALIZADO
La expresión de Juan Arias no pudo ser más acertada. El único sector que se mantiene activo en esta semana “no laborable” es el comercial, al menos parte de éste. Pero aunque se acordó con el Ejecutivo que los centros comerciales abrirían sus puertas desde el mediodía hasta las 7:00 p.m. para unirse al ahorro energético, pese a representar menos del 6% del consumo nacional, los cortes inesperados y no programados se han agudizado.
En la peluquería de Yajaira Ostos los ingresos han caído en 60%. Las interrupciones no paran, aseguró. Ocurren en cualquier momento. El viernes fue de 3:00 p.m. a 6:00 p.m., y el lunes de 11:00 a.m. a 2:30 p.m. “No nos dan un cronograma para poder planificarnos”.
Mientras dejaron de atender clientes en esos bloques de tiempo, Marcela Ortega no pudo hacer el trámite en el banco. “Se fue la luz cuando estaba en cola, esperé una hora y me fui”. Y solo los primeros 10 minutos de la película pudo ver Daniela con su novio a las 5:00 p.m. en la sala de cine de otro centro comercial.
14 DE ABRIL: EL DÍA TEMIDO
La ingeniero Eva Monagas es una mujer de números. Desde enero está sacando cuentas. En principio sus cálculos indicaban que el colapso en El Guri se daría entre el 20 y 30 de marzo, pero se han tomado medidas con planes racionamiento intenso que han alargado los tiempos.
Pero el temido día llegará. Se estima que sea el 14 de abril ya que entre 16 y 17 centímetros diarios cae la pendiente y cuando la cota de llenado del embalse esté en 244 metros sobre el nivel del mar, que es el punto mínimo donde pueden operar las 10 máquinas más grandes de El Guri, saldrían seis mil megavatios que representan 45% del suministro actual del país. La demanda controlada, que no es la máxima necesaria, es de 14 mil 600 megavatios.
Actualmente se raciona entre mil y dos mil megavatios diarios, que implican cortes eléctricos de hasta 12 horas a la semana en algunos sectores de Carabobo. Los días no laborables podrían alargar un poco más el colapso en El Guri. Pero las lluvias tradicionalmente comienzan en mayo para que se llene el embalse. Los racionamientos podrían ser más agudos.