Dayrí Blanco | @DayriBlanco07
Joaquincito llora en el coche, “debe tener hambre”, reflexiona su madre quien ya luce cansada tras dos horas de cola bajo sol en las puertas de un negocio en el que venden pañales. Está ahí con el bebé de tres meses porque en casa solo tiene para los cambios para ese día. Tiene su partida de nacimiento bien resguardada en una carpeta y la cédula en la mano. Ve el reloj con insistencia. Debe salir de ahí antes del mediodía a buscar a su hija de cuatro años al colegio en quien piensa y comenta con su compañera de cola con quien tiene parte de la mañana quejándose de la situación del país: “Esto empeoró fue desde hace un año porque a María Joaquina yo le compraba sin nervios y tenía la posibilidad de escoger marcas y tamaños”.
Ella tiene razón. En 2014 el Gobierno invirtió más de 45 mil millones de dólares para la importación de materias primas, insumos y productos terminados. En 2015, considerado un periodo negativo con una caída de la economía de 10%, contó con 35 mil millones. Pero este año será peor: “El Ejecutivo tiene solo tres mil millones de dólares para costear las compras en el exterior”, aseguró el economista y profesor de la Universidad de Carabobo (UC), Carlos Ñáñez.
Se trata de 90% menos recursos disponibles como consecuencia de la renta petrolera. La estimación es que durante 2016 solo ingresarán al país 18 mil millones de dólares, pero 15 mil millones serán utilizados para el pago de los intereses de deudas que mantiene Venezuela con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y países como China. Esto deja constancia de la agudización de la escasez tomando en cuenta que es un proceso que se ha profundizado con el pasar del tiempo y que depende exclusivamente de los recursos para la reactivación del parque industrial.
Default interno
Venezuela tiene largos periodos refinanciando las deudas de esa manera. “Se paga el monto mínimo para evitar un default y se compromete la estabilidad económica dentro del país”. El resultado ha sido el alto nivel de desabastecimiento que ya roza 95% en algunos rubros prioritarios y los índices inflacionarios que cerraron 2015 en 180,9%, a la fecha ya están en 700%, y de mantenerse los mismo esquemas estará al finalizar 2016 en 2200%.
Todo esto se traduce en lo que el economista Pablo Polo, denomina un default interno porque más de la mitad de las necesidades del sector nacional no se está cubriendo en este momento para producir.
Se trata de una disyuntiva en la que se debate cada año el Gobierno “Tiene que decidir si se asume un default interno o uno externo porque o se le deja de pagar a deudores internacionales o se le recortan los dólares los mercados locales, y se ha optado por la segunda opción”.
Venezuela: un riesgo para el mundo
La situación es comprometida. Por décadas, y en tiempos de bonanza petrolera Venezuela obtenía parte de los recursos que necesitaba para estabilizar la economía de financiamiento externo. Hoy esa es una alternativa prácticamente cerrada ante el riesgo país que implica la nación para el resto del mundo.
El Gobierno no tiene credibilidad en el mercado internacional para colocar deuda. Para poder conseguir un préstamo Venezuela paga 33% por encima de lo que debería cancelar un país promedio. Para resultar atractiva cualquier nación tendría que ofrecer entre 6% y 7% del monto solicitado, pero Venezuela debe perder un margen entre 39% y 40%. “Si, por ejemplo, se piden 10 mil millones de financiamiento habría que regalar tres mil millones al recibir solo siete mil millones, y pagar los 10 mil millones completos más los intereses que serían de alrededor mil 300 millones anuales”, explicó Polo.