AFP

Eduardo Cunha impulsó meticulosamente el impeachment de la presidenta Dilma Rousseff desde su puesto como jefe de los diputados y consiguió mantenerse en el centro del poder, pero este jueves la justicia brasileña lo acusó de usar su cargo para sus propios intereses.

El político de 57 años, que también está acusado de corrupción en el escándalo de sobornos y contratos amañados en Petrobras,  fue apartado de sus funciones a través de una medida cautelar emitida por un juez de la corte suprema.

De estar en la cresta de la ola cuando en diciembre acogió el pedido de destitución de la debilitada presidenta, hoy él mismo ve cómo el cerco se estrecha a su alrededor en momentos que figura como segundo en la línea de sucesión detrás del vicepresidente, en caso de que Rousseff sea marginada del poder.

«No existe la menor duda de que el investigado no posee condiciones personales mínimas para ejercer, en este momento, en su plenitud, las responsabilidades del cargo de presidente de la cámara de diputados», pues no califica para la sustitución de la Presidencia de la República», señala el fallo del juez Teori Zavascki, al que accedió la AFP.




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