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El gobierno sabe que tiene un problema grave de popularidad
y  que eso le impediría ahora ganar una
elección de cualquier tipo. La oposición es más que una mayoría, es un
sentimiento nacional y no hay duda que cumple las condiciones para ejercer el
derecho constitucional del referendo. Pero el peligro de esta información para
el chavismo es muy concreto: un referendo este año los sacaría a todos del
poder.

Si su esencia fuera respetuosa a las reglas de juego,
simplemente no habría nada que hacer. Cumplir con los derechos
constitucionales, ir al referendo, perder, convocar una elección presidencial y
también perder y pasar a ser la oposición. Trataría luego de tomar las ventajas
posibles de lo difícil que será para cualquiera que los sustituya desenredar el
embrollo que ellos están dejando y con eso elevar los costos del ajuste y
recapitalizar fuerzas para intentar volver, como lo hizo el peronismo, el
sandinismo y hasta el PRI. Pero este no parece ser el caso.

La revolución siente el “compromiso” de quedarse como sea y
lo ha dicho por todos los medios, por lo que es explícito su desprecio,
conceptual y activo, al juego democrático. Es cierto que ha utilizado hasta
ahora los procesos electorales para validarse y obtener legitimidad de origen,
pero la razón podría ser circunstancial. Cuando era mayoría debido a la
conexión popular de Chávez, eso le permitía validarse electoralmente, pero ¿qué
pasa hoy cuando es obvio que no es popular y no podría ganar?. No puedo
asegurar que en el punto final estarán todos los grupos internos del chavismo
dispuestos a romper el juego y pasar de ser una democracia procedimental,
irrespetuosa y concentradora de poder a convertirse en una clara dictadura
convencional. No se tampoco si el sector militar seguirá un juego de ruptura de
este tipo.

Por ahora lo que sabemos es que de aquí en adelante el
gobierno sienten miedo de que sus acciones para bloquear las salidas
constitucionales eleven el riesgo de rebelión popular. Y eso se amplifica en la
medida en que el bloqueo sea más rudo, pasando del irrespeto a la Asamblea
Nacional elegida por el pueblo, al bloqueo al referendo y, finalmente, la
acción más peligrosa y definitoria: la elección presidencial. Con eso en mente,
el gobiernoestaarreciando la estrategia de represión, que inició con los presos
políticos de los partidos que podrían considerarse más fuertes en sus
posiciones de lucha directa, como VP y ABP y ahora se  focaliza en actores políticos con
responsabilidad en la organización del referendo para la MUD. Los ataques al
alcalde Carlos Ocariz y el apresamiento de algunos miembros de los equipos
estratégicos de su partido es un clásico de las estrategias de represión
focalizada. La agudización de la represión política es un terrible cruce de
frontera que coloca a la crisis política venezolana en otra dimensión.

Cualquier persona decente (no importa su filiación política)
debe rechazar el uso de la represión policial y judicial como arma contra los
adversarios políticos del gobierno, que solo nos aleja de la democracia y la
paz. El país necesita rescatar los equilibrios políticos y económicos y sólo lo
logrará con acuerdos y negociación, nunca con represión, abuso y guerra.




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