EFE

La desaparición de un sacerdote mexicano denunciada hoy por la jerarquía eclesiástica, y el secuestro y asesinato de otros dos ocurrido esta misma semana ha disparado las alarmas en México, donde desde finales de 2012 han sido asesinados 14 curas y dos laicos.

Un reporte publicado esta semana por el Centro Católico Multimedial (CCM) -vinculado a la Iglesia católica- reveló información sobre sacerdotes, religiosos y laicos que han perdido la vida en México desde 2012.

El texto señala que el país «es considerado por séptimo año consecutivo primer lugar en crímenes de odio contra sacerdotes, religiosos y laicos de América Latina».

Durante la administración del presidente Enrique Peña Nieto se han cometido 14 homicidios contra sacerdotes, dos laicos y se tiene registro de dos presbíteros desaparecidos, de acuerdo con el reporte, que considera que de esto se puede extraer que «México sigue siendo peligroso para el ejercicio sacerdotal».

El CCM consideró «necesario» señalar que los miembros de la Iglesia no tienen conflicto con los grupos que están cometiendo actos ilícitos en el país.

«No obstante, existen sectores de la sociedad que aprovechan la efervescencia de la violencia» y cargan contra los religiosos en estados como Chiapas, Tabasco, Ciudad de México, Michoacán, Guerrero y Tamaulipas, entre otros, añadió el CCM.

Este jueves, el arzobispo de Morelia, Alberto Suárez Inda, denunció en un video difundido en YouTube el secuestro de José Alfredo López Guillén, sacerdote de la comunidad de Janamuato, en el municipio de Puruándiro, en Michoacán, estado azotado por la actividad de los grupos delincuenciales.

López Guillén desapareció después de que la casa parroquial fuera saqueada el pasado lunes, aseveró el arzobispo.

Por otra parte, el gobernador de Michoacán, Silvano Aureoles, dijo en una entrevista con el Grupo Fórmula que, antes de su desaparición, el sacerdote estaba acompañado por un joven de, aproximadamente, 16 años.

Juntos pidieron «comida, tortas, refrescos y algunas cosas de consumo, y después de ello ya no se supo de ellos», relató Aureoles.

Contó que se hizo la denuncia correspondiente y «la investigación está en curso y tendremos detalles muy pronto».

La desaparición de López Guillén supone un golpe más para la Iglesia católica mexicana, cuando esta aún se encuentra consternada por el reciente asesinato de dos sacerdotes en el oriental estado de Veracruz.

El 19 de septiembre los dos sacerdotes, Alejo Naborí y José Alfredo Jiménez, fueron secuestrados en un templo del municipio de Poza Rica.

De acuerdo con lo reportado por la fiscalía de Veracruz, un grupo armado ingresó a la Iglesia de Nuestra Señora de Fátima y privó de la libertad a los dos curas y al conductor de los religiosos, cuyos cuerpos fueron luego encontrados en un paraje adyacente a una carretera.

Horas después de que se diera a conocer la noticia, la fiscalía estatal informó que ya identificó al «probable responsable» del asesinato y que este sería llevado ante el juez de control.

El fiscal general del estado, Luis Ángel Bravo, apuntó que los delincuentes robaron 5.000 pesos (unos 250 dólares) de las limosnas y dos camionetas.

Señaló que los sacerdotes conocían a sus victimarios e ingirieron licor con ellos antes de la agresión, pese a que matizó que el incidente no fue un «pleito de borrachos».

Bravo también calificó de «falsas» las versiones de que los sacerdotes habían sido blanco de la delincuencia organizada.

Este episodio tuvo tal repercusión que llegó al Vaticano, y el papa Francisco envió una carta al obispo de Papantla, Trinidad Zapata, con sus condolencias.

Francisco dijo estar «profundamente apenado», y ofreció «sufragios por el eterno descanso de estos sacerdotes de Cristo, víctimas de una inexcusable violencia». 




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