La mitad de la población mundial vive en casas de tierra o madera. (Foto Internet)
EFE
Beneficios para la salud, mejor aislamiento, contacto con la naturaleza y autonomía son las razones por las que la edificación de casas con tierra vive un nuevo auge bajo el auspicio de agrupaciones como la Red Iberoamericana de Arquitectura y Construcción con Tierra, Proterra.
Consiste en "volver a adoptar patrones culturales de antes, pero desde una visión contemporánea", que permite "incorporar tecnología amigable con el medio ambiente en las viviendas", explicó a Efe la arquitecta uruguaya Rosario Etchebarne, integrante de Proterra y de la Cátedra de la UNESCO Arquitectura de Tierra.
Etchebarne constató que desde hace cinco años hay una mayor demanda global para vivir en casas diseñadas con tierra y madera como principales elementos.
Al respecto, enumeró las ventajas de este tipo de construcción relativas a la salud, porque "se respira dentro de ambientes más sanos", y al confort, puesto que tiene gran capacidad de control de la humedad y proporciona un elevado aislamiento técnico y acústico a la estructura, capaz de regular la reverberación del sonido en las estancias.
Además, más allá del punto de vista de la construcción, sus beneficios son también de orden filosófico y psicológico, al plantear un contacto más directo de los habitantes de la casa con la naturaleza, añadió.
Más de la mitad de la población mundial vive en casas de tierra, emplazadas en lugares con diferentes climas y diversidad de situaciones sociales y económicas, según datos de la UNESCO.
De hecho, en los centros históricos de grandes ciudades latinoamericanas como La Paz, Bogotá y Lima, así como en importantes urbes europeas como Lyon, Estrasburgo y Madrid abundan los edificios erigidos en tierra.
En Uruguay, este fenómeno es aún reciente, pero se expande rápidamente por la costa este, especialmente por Rocha, así como en departamentos del interior como Salto, donde es muy común la autoconstrucción de las casas, explicó Etchebarne sobre su país.
A su juicio, en base a la tierra las personas participan en la construcción de su vivienda y generan un concepto de propiedad más integral que el de los habitantes de edificios de hormigón levantados por grandes empresas constructoras.
"Antes hacer el arreglo del revoque o el encalado era la rutina del año", como "cocinar pan o mermelada casera", no obstante, con el cambio de hábitos de vida, "la casa se convierte en un dormitorio y se pierde el hábito del mantenimiento", argumentó.
La arquitecta uruguaya defendió, por otra parte, que la construcción con tierra puede ayudar a solucionar problemas de pobreza, pero lamentó que tan solo se desarrollen proyectos aislados al respecto y que éstos sufran la resistencia del mercado inmobiliario tradicional.
Entre los estigmas que la arquitectura convencional achaca a este material está el riesgo de derrumbe ante fuertes fenómenos naturales como los terremotos.
Las estructuras de estas casas "son flexibles como un canasto de mimbre que se rellena con tierra", al contrario del hormigón que es "rígido", lo que "le permite acompañar el movimiento del viento" sin venirse abajo, cercioró Etchebarne para desmitificar esta idea.
Por ello, "había más sabiduría en esa forma de pensar las estructuras que en las de ahora con el hormigón", sentenció la uruguaya.
Para el arquitecto español Alexandre Pillado, el hormigón armado es un material "excepcional" con una resistencia estructural "sin igual en la historia de la arquitectura", pero con una problemática poco conocida por ser aún reciente.
Al final, "la cuestión no es construcción con tierra sí o no", defiende Marta Boneta, también arquitecta española, "sino utilizar racionalmente los recursos del lugar".
No puedes usar adobe en el polo norte, pero sí en muchas zonas de África y América Latina, precisó Boneta, quien atestiguó que existen carencias en bioconstrucción en la formación universitaria de los arquitectos.
En la universidad hablar de tierra siempre queda como "algo novedoso y experimental", coincidió Etchebarne, para quien es necesario invertir en formación, tanto de profesionales como de mano de obra.