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EFE

 China, un país que
hasta hace pocas décadas tenía problemas para alimentar a gran parte de su
población, observa con preocupación cómo el sobrepeso y la obesidad se han
convertido en males emergentes que cada vez inquietan más a las autoridades.

Y es que los chinos cada vez pesan más, concretamente una
media 3,5 kilos más que hace una década los hombres y 2,9 kilos más las
mujeres, según un estudio de la Comisión Nacional de Salud y Planificación
Familiar, que compara datos de 2012, los últimos disponibles, con los de 2002.

«Las tasas de sobrepeso y obesidad están creciendo a un
ritmo preocupante en China», afirma a Efe el representante en el país de
la Organización Mundial de la Salud (OMS), Bernhard Schwartländer.

Un 11,9 % de los adultos chinos sufre de obesidad (frente al
7,1 por ciento de 2002) y un 30,1 % sobrepeso (ante el 22,8 % de hace una
década), de acuerdo el informe de la Comisión Nacional de Salud y Planificación
Familiar.

«Como en otros países, el aumento de las tasas de
sobrepeso y obesidad de China son el resultado de cambios en el estilo de vida:
por una parte, las dietas ahora tienen más grasas y azúcares y, por otra, la
gente no hace suficiente actividad física», apunta Schwartländer.

«En el campo a lo mejor la vida no ha cambiado tanto y
la gente lleva una vida más normal, pero los jóvenes de las ciudades no comen
con regularidad, a veces no desayunan y toman demasiada comida por la
noche», corrobora a Efe Guo, médica de un hospital de Pekín que prefiere
identificarse sólo por su apellido.

 Guo subraya también los efectos negativos de la implantación
de las cadenas de comida rápida, cada vez más habituales en las urbes chinas y
muy populares entre los más jóvenes.

El responsable de la OMS indica, por su parte, que la vida
se ha vuelto más sedentaria por la naturaleza de muchos empleos y porque en las
ciudades se dedica mucho tiempo a ir y volver del trabajo y no siempre andando
o en bici, lo que hace que se practique menos ejercicio.

«La prevalencia del sobrepeso y la obesidad en China ya
supone grandes riesgos para la salud del país, ya que son los principales
factores de riesgo de enfermedades no contagiosas como las cardíacas, la
diabetes o algunos tipos de cáncer», advierte Schwartländer.

Y la doctora Guo abunda: «Hay muchas enfermedades
relacionadas, como la hipertensión, el colesterol y problemas en los huesos y
las articulaciones debido a la mayor presión que ejerce el sobrepeso».

En todo caso, las tasas de China son aún inferiores a los
promedios mundiales (un 13 % en lo referente a la obesidad y un 39 % en el
sobrepeso, conforme a las estadísticas de la OMS), aunque lo que más preocupa a
los expertos es su rápido crecimiento, sobre todo en los niños.

El estudio de la Comisión Nacional de Salud y Planificación
Familiar muestra que la tasa de obesidad infantil se ha triplicado en una
década y alcanza el 6,4 %, mientras que el sobrepeso se ha duplicado hasta el
9,6 %.

«De mantenerse las tendencias actuales, China alcanzará
la media mundial en breve, a no ser que haya acciones fuertes para cambiar los
cambios del estilo de vida dañinos y se revierta esta tendencia», augura
Schwartländer.

Un funcionario de la Comisión Municipal de Salud y
Planificación Familiar de Pekín que prefiere ocultar su nombre dice a Efe que
el Gobierno chino debería dar prioridad a los problemas sanitarios sobre los
económicos: «La salud es lo primero y sin una buena salud no se puede
llegar a tener una sociedad modestamente próspera».

«Todas las enfermedades causadas por el estilo de vida
se pueden prevenir y la obesidad mejoraría si se cuidara la dieta y se hiciera
más deporte», recomienda este funcionario, quien sugiere mejorar la
divulgación de estos problemas porque las campañas actuales «no son
suficientemente efectivas».

«La regulación también puede funcionar en algunos
casos, como con la tasación de los productos no saludables y las restricciones
a su promoción, especialmente para los niños», añade Schwartländer.

«Pero -recalca el representante de la OMS en China- es
importante resaltar que los gobiernos no pueden hacerlo solos, las empresas, y
en particular las de la industria alimentaria, la sociedad y los individuos
también tienen su papel».




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