EFE

La todopoderosa Beyoncé llegó a
los 35, con más de 75 millones de discos vendidos y un imperio empresarial en
torno a su figura. Ha pasado de diva pop a convertirse en una de las
superestrellas más influyentes de la industria musical. Con la publicación de
su sexto album, “Lemonade”, ha dado un nuevo giro a su carrera para
reivindicarse como mujer y afroamericana.

Cuando lanzó ‘Dangerously in
love’ (2003), su primer álbum en solitario, las Destiny’s Child no se habían
separado definitivamente y parecía imposible desligar a Beyoncé de la banda con
la que alcanzó la fama, pese al éxito de ventas de su debut como solista y los
cinco premios Grammy con los que la cantante fue reconocida por aquel trabajo.

Trece años después, y cuando
cumple los 35, cada paso en la carrera de Beyoncé (Houston, Texas, Estados
Unidos) parece perfectamente medido para afianzarla como reina indiscutible de
la industria discográfica y como una de las celebridades más influyentes del
mundo, gracias a sus facetas de cantante, compositora, bailarina, coreógrafa,
actriz, modelo, diseñadora y empresaria.

Con “Lemonade”, su sexto álbum de
estudio, y su gira de presentación, “Formation World Tour”, la artista más
nominada en la historia de los Grammy se ha convertido, además, en abanderada
de la lucha por la igualdad de género y contra la violencia racial y por los
derechos civiles de los negros en Estados Unidos, un giro reivindicativo con el
que la diva del pop ha dado un nuevo golpe de efecto.

El día que Beyoncé se volvió negra

No era la estrella principal de
la actuación musical del descanso de la última Super Bowl, pero los británicos
Coldplay quedaron relegados cuando Beyoncé apareció en el campo enfundada en
una chaqueta negra y dos cinturones de balas cruzados en el pecho, al estilo de
Michael Jackson.

Un ejército de bailarinas de pelo
afro, ataviadas con boinas negras, alzó su puño al cielo con Queen Bey al frente, mientras la
superestrella cantaba Formation para
más de 110 millones de telespectadores, una referencia a las Panteras Negras a
la que siguió la formación de una gran X sobre el campo como homenaje a Malcolm
X, icono del ‘black power’ de los años 60.

Un día antes de la simbólica y
reivindicativa actuación, Beyoncé había presentado el videoclip de Formation, toda una declaración de
intenciones en su apoyo al movimiento ‘Black lives matter’ (‘Las vidas negras
importan’) contra la violencia policial que causó tanto revuelo que la policía
de Miami llegó a pedir el boicot a su concierto en la ciudad por lo que
consideraron un “mensaje antipolicial”.

La cantante reaccionó poniendo a
la venta camisetas con el lema ‘Boycott Beyoncé’, y ante las críticas de, entre
otros, el exalcalde de Nueva York Rudolph Giuliani, “Queen Bey” rechazó en su
primera entrevista en dos años que promoviera un mensaje antipolicial y reclamó
su derecho a defender sus raíces negras.

“Si celebrar mis raíces y cultura
durante el Mes de la Herencia Negra hace a alguno sentirse incómodo, esos
sentimientos estaban ahí mucho antes que yo y el vídeo”, dijo Beyoncé a la
revista “Elle” en referencia al videoclip de Formation, en el que aparecen imágenes de una ciudad inundada, que
recuerda a la Nueva Orleans después del huracán Katrina, con Beyoncé cantando
sobre un coche patrulla hundido.

En uno de los gags más hilarantes
del año, el programa ‘Saturday Night Live’, de la televisión estadounidense
NBC, ironizaba sobre el impacto causado tras la publicación de Formation por el “descubrimiento” de que
la superestrella del pop estadounidense es negra, un hecho que según el sketch
habría pasado inadvertido hasta la reivindicación de sus raíces por parte de
Beyoncé.

Favorita de los Obama

Beyoncé y el rapero Jay-Z ,su
marido desde 2008 y padre de su hija Blue Ivy, forman la pareja más poderosa de
la industria musical estadounidense y su influencia llega hasta la Casa Blanca,
gracias a la amistad que les une al matrimonio Obama, desde que la artista
cantara en el baile de gala tras la toma de posesión del Presidente de los
Estados Unidos en enero de 2009.

Cuatro años más tarde de que lo
hiciera Aretha Franklin al inicio del primer mandato de Obama, Beyoncé puso voz
al himno de Estados Unidos en la segunda investidura del mandatario americano.

La artista que más música vendió
en la pasada década en Estados Unidos, según los datos de la Recording Industry
Association of America (RIAA), ha construido todo un imperio empresarial en
torno a su figura, que va más allá de su faceta como cantante, e incluye su
participación en campañas publicitarias, el diseño de colecciones de moda o su
propio perfume.

Beyoncé, ganadora de 20 de los 53
premios Grammy a los que ha sido nominada, entre ellos a la mejor canción por Single Ladies (Put a ring on it) en
2011,  ha vendido 75 millones de copias
de sus discos, cuyo lanzamiento ha sabido convertir en todo un evento
comercial. Especialmente los dos últimos, “Beyoncé” (2013) y “Lemonade” (2016),
publicados por sorpresa y acompañados ambos de una producción audiovisual.

El giro artístico de Beyoncé
desde que grabó el tema que lanzó su carrera en solitario, Crazy in love, con Jay-Z es evidente, con letras más personales y
reivindicativas, como las que lanzan proclamas feministas y ensalzan sus raíces
negras en su último disco, en el que también se desahoga sobre sus problemas
matrimoniales.

De niña prodigio a superestrella

Beyoncé Giselle Knowles-Carter
nació el 4 de septiembre de 1981, en Houston, Texas (Estados Unidos) y desde
niña despuntó por sus dotes artísticas: pronto ganó un concurso de talentos
interpretando Imagine, de John
Lennon, y con 9 años formó, junto a LaTavia Roberson, el dúo Girls Time, al que
más tarde se incorporarían su amiga Kelly Rowland y LeToya Lucket.

Por sugerencia de la madre de
Beyoncé, Tina Knowles, el cuarteto cambió su nombre a Destiny’s Child y, de la
mano de su padre, Mathew Knowles, que ejercía de manager, se convirtió en la
banda femenina más exitosa de finales de los años 90, aunque con cambios en la
formación, no sin polémica.

El enfrentamiento por el reparto
desproporcionado de los beneficios del grupo y el protagonismo de Beyoncé y
Kelly Rowland derivó en la salida del grupo de LaTavia Roberson y LeToya Lucket,
que vieron como Michelle Williams y Farrah Franklin ocupaban su lugar en el
videoclip del éxito Say My Name, al
que ellas habían puesto voz.

Más adelante, las mismas razones
llevaron a Farrah Franklin a abandonar Destiny’s Child, una de las bandas
femeninas más exitosas, con 60 millones de discos vendidos y que en 2004 grabó
su último álbum de estudio, cuando Kelly Rowland y Beyoncé ya habían emprendido
su carrera en solitario.

Entre los logros de Beyoncé
figura una nominación al Globo de Oro como mejor actriz de comedia o musical
por su interpretación en “Dreamgirls”, el mayor éxito de su aventura
cinematográfica.

Elegida ‘Mujer del año’ por la
revista musical Billboard en 2009, desde su liderazgo en Destiny’s Child,
Beyoncé ha dado muestra de su talento arrollador y de su capacidad para
convertirse en una superestrella, la más poderosa de 2014 según la revista
Forbes, y situarse entre las 100 personalidades más influyentes del mundo,
según la lista de la revista Time (2013 y 2014).




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