Con información de Alego Comunicaciones

Hasta los 18 meses o más, un niño
sordo puede comportarse como si no lo fuera, e incluso desarrollar un
vocabulario reflejo rudimentario, lo que hace que en ausencia de pruebas de
detección se diagnostique tarde (a los 3 años en promedio) cuando ya se ha
superado la edad crucial de desarrollo del sistema nervioso que permite la
adquisición del lenguaje. Así lo expuso Leopoldo Legendre, otorrinolaringólogo,
durante el IX Triológico Venezolano de Otorrinolaringología que se celebró en
Caracas realizado en el mes de junio.

De acuerdo con las estadísticas
vitales sobre las enfermedades congénitas que reportan las maternidades de todo
el país, la pérdida auditiva o hipoacusia, es el defecto congénito más común
entre los niños nacidos vivos, muy por encima de otros como la hendidura del
paladar y/o labio, síndrome de Down, anemia falciforme, fenilcetonuria e
hipotiroidismo.

Las cifras nacionales coinciden
con las que reportan la Organización Mundial de la Salud: 2 por cada 1.000.
Factores de riesgo como antecedentes familiares; enfermedades de la madre
durante el embarazo como la rubeola, toxoplasmosis o SIDA, entre otras; así
como el uso de tabaco u otras drogas; el nacimiento prematuro o con bajo peso,
elevan la incidencia de pérdida auditiva hasta 5 por cada 1.000 nacidos vivos.

La mitad de los casos de
hipoacusia que se reportan en Venezuela son de tipo congénita. Pero el
diagnóstico muy pocas veces se realiza antes de los primeros 6 meses de vida
pues no existe un programa de despistaje auditivo en el sistema público de
salud. 

Para detectar la hipoacusia en
neonatos se debe implementar un programa de screeening o despistaje de hipoacusia utilizando un equipo, que
permite obtener unas respuestas del órgano de la audición (cóclea), conocida
como emisiones otoacústicas. “Demora, aproximadamente, un minuto, no ocasiona
ningún tipo de molestias para el bebé y se le puede hacer estando dormido. Da
un resultado fiable, de normalidad o indica que el niño requiere otras
evaluaciones para confirmar la pérdida auditiva”, precisa el especialista. 

Lo ideal es que es que al neonato
se le aplique esta prueba antes de su egreso hospitalario. Para esto se
requiere generar mayor conciencia entre los obstetras, neonatólogos,
perinatólogos y pediatras.                                 

La clave es 1-3-6

Para garantizar la detección,
diagnóstico e intervención temprana y abordar este problema de salud pública,
el otorrinolaringólogo Leopoldo Legendre plantea la clave “1-3-6”.

“La propuesta 1-3-6 significa que
antes del 1er. mes de vida se debe detectar si el bebé oye o no con exámenes
muy sencillos; antes de que cumpla el 3er mes se debe tener un diagnóstico
del grado y tipo de la pérdida auditiva con pruebas de audición objetivas realizadas a
conciencia por expertos en audiología; y antes de los 6 meses, se debe
realizar una intervención o tener la solución para la hipoacusia
diagnosticada”, detalla Legendre.

Aplicar el 1-3-6 va a permitir al
niño la adquisición del lenguaje y un adecuado desarrollo cognitivo y
psicosocial.

¿Auxiliares auditivos o implantes cocleares?

El diagnóstico precoz garantiza
que se pueda intervenir a tiempo al niño a través de la adaptación de prótesis
auditivas o de implantes cocleares. Cuando las pérdidas auditivas son
moderadas, la solución son los auxiliares auditivos; cuando es severa-
profunda, está indicado el implante coclear.

Juan Armando Chiossone,
otorrinolaringólogo y presidente de la Asociación Venezolana de Otología y
Neurotología (AVEON), explica que el implante coclear se puede colocar después
del año por el riesgo implícito en el acto quirúrgico antes de que el niño
supere los 12 meses de vida, sin embargo, el especialista explica que
antes  deben colocársele audífonos,
porque aunque el bebé no oiga bien, éstos van a estimular el nervio auditivo
mientras el niño alcanza la edad para la colocación del  implante.

Chiossone explica que el período
ideal para colocar el implante coclear es antes de los 5 años, pero mientras
más temprano, mejores resultados se lograrán. “Un niño es candidato a un
implante coclear cuando tiene sordera o hipoacusia no auxiliable con audífonos,
buenas condiciones generales, que no tenga malformaciones en la cóclea, que no
tenga el oído enfermo y, sobretodo, que haya mucha motivación y compromiso por
parte de los padres”, detalla Chiossone. 

La detección, diagnóstico e intervención de la sordera durante la
infancia fue uno de los temas relevantes abordados durante el recién culminado
IX Triológico Venezolano de Otorrinolaringología.




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