Forma parte del paquete de reformas emprendido en 2011. (Foto Crédito)

EFE

El largo tránsito hacia la unificación monetaria en Cuba ha dado ya un paso fundamental con la aceptación de pesos cubanos en la mayoría de las tiendas minoristas del país en las que antes sólo se podía pagar en divisas, medida que aún no resuelve el grave problema de los altos precios de bienes básicos.

«Que me importa a mí que pueda pagar en pesos cubanos, si el precio sigue siendo el mismo», indicó a Efe a la salida de un supermercado Manuel, de 71 años, técnicamente retirado, aunque trabaja puntualmente como chófer como ayuda a su exigua pensión.

«Es la misma historia, lo único que ahora me ahorro ir a la Cadeca (Casa de cambios)» -se lamenta otra mujer-, antes paso obligado para cambiar los pesos cubanos (CUP) en los que la mayoría de la gente cobra su salario, por pesos convertibles (CUC), moneda equivalente al dólar y que se cambia a 1 CUC por 24 CUP.

Su queja es extensiva a gran parte de la población cubana, con un salario medio 400-500 pesos cubanos, equivalente a unos 20-30 dólares al mes; cantidad que no alcanza para adquirir aceite, detergente o artículos de aseo personal, difíciles de conseguir en la isla «por la izquierda», como se denomina al mercado negro.

«Si la botella de aceite cuesta 2,50 CUC, en moneda nacional tengo que pagar 60 pesos. La situación es la misma porque los salarios siguen siendo inferiores a lo que uno puede adquirir», ilustra Carlos Miguel, un operario de telemática con un salario que, gracias a incentivos, puede alcanzar los 1.000 pesos.

«Me considero afortunado comparado con la mayoría de los cubanos, pero aún así no me alcanza para comprar unos pantalones o unos zapatos. Para eso tengo que ahorrar mes a mes un poquito», afirma.

La aceptación de pesos cubanos en la red estatal de comercio minorista comenzó en marzo de este año en unos pocos establecimientos, para ir extendiéndose gradualmente hasta completar en estos momentos más del 90 % de estos puntos de venta.

Desde el anuncio hace un año del cronograma para la unificación monetaria -que no precisa cuando se culminará-, ésta es la primera medida que tiene efecto directo en la población, ya que hasta ahora el proceso sólo ha contemplado la actividad empresarial.

La unificación monetaria forma parte del paquete de reformas emprendido en 2011 por el Gobierno de Raúl Castro, quien ha afirmado que la doble moneda es uno de los «obstáculos más importantes para el progreso» del país.

«Es un proceso que no se debe demorar mucho, pero por su complejidad hay que ir paso a paso», dijo a Efe el vicepresidente de la Asociación Nacional de Economistas y Contables (ANEC), Hugo Pons.

El experto aclaró que la dificultad no es la unión monetaria en sí misma, sino la «unificación cambiaria en función de la relación costos-precios», y precisó que los elevados precios de productos básicos en la isla, muchos de ellos importados, se debe a esas «tasas de cambio sobrevaluadas».

«La tasa real no es 1 CUC por 24 CUP, como tampoco lo es 1 a 1. Eso está deformando la estructura de los costos y distorsiona la fijación de los precios», aclaró. Pons señaló que la «acción fundamental» de la unificación está en la actividad empresarial, donde «las tasas cambiarias se convierten muchas veces en desestímulo de la actividad productiva, sobre todo, en exportación».

La doble moneda se originó a raíz de la intensa crisis que sufrió el país tras la caída de la Unión Soviética, lo que obligó a Fidel Castro a emitir en 1994 una moneda cambiable en divisas, el CUC, que actuara de salvavidas de la ahogada economía cubana en el crítico Periodo Especial de los noventa.

Con esta moneda artificial se pretendía desterrar de la isla el dólar, considerada la moneda del enemigo, pero no perder el flujo de divisas necesario para engrasar la economía cubana; lo que tras dos décadas en circulación ha derivado en distorsiones macroeconómicas, inflación galopante y desigualdades sociales.

Estas dificultades son las que el Gobierno de Raúl Castro busca paliar con la unificación monetaria, la más compleja de las reformas económicas anunciadas, que aún no se sabe cuándo llegará ni qué efectos reales tendrá sobre la población.




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