AFP

Las riberas del Sena se han convertido en los últimos años
en un lugar muy frecuentado por turistas y noctámbulos, con una oferta cada vez
más amplia de bares y clubes, que pronto incluirá otras propuestas más
atrevidas, como una sala de conciertos y un hotel flotante.

«Hace veinte años, el Sena era un espacio casi
‘underground’. Hoy, ¡cuesta encontrar sitio!», se asombra Ricardo Esteban,
uno de los pioneros de esta vida ribereña y promotor de tres de los barcos
musicales más populares: la Guinguette Pirate, el Batofar y el Petit Bain.

Iniciado hace dos décadas junto al Port de la Gare, en el
distrito 13 de París (sureste), el movimiento tomó amplitud con la decisión del
ayuntamiento de cerrar a la circulación parte de la orilla izquierda (sur) del
Sena, entre el Puente del Alma y el museo de Orsay.

«París es una ciudad muy densa, y en cuanto alguien
quiere hacer algo, es un lío de mucho cuidado. Pero de golpe, cerrando la
circulación, decenas de miles de metros cuadrados pasaron a ser
utilizables», explica con entusiasmo Frédéric Hocquard, responsable de la
Noche en el ayuntamiento de París.

La cuestión de los ruidos nocturnos, eterno motivo de
disputa con los vecinos, disminuye en las orillas del Sena en comparación con
las estrechas calles del centro de la capital.

De una ribera a otra y del este al oeste de París, el
ambiente es efervescente. En Port de la Gare, se nota la llegada este año de un
restaurante universitario flotante, del barco Baody y su terraza (bar de shisha
y comida halal) o de la playa «la Vie est Belle».

En la ribera derecha, el muelle de Célestins acoge otro
nuevo barco musical, el «Mademoiselle Rose».

Y en 2016 o 2017 llegará una nueva propuesta que promete
arrasar: un hotel flotante que atracará en el muelle de Austerlitz.

Turismo urbano

En cuanto al Rosa Bonheur, hermano flotante del popular bar
del mismo nombre en el parque Buttes Chaumont, pronto tendrá compañía: el Flow,
una gran embarcación de 40 metros por 15 llegará en septiembre e incluirá un
restaurante y una sala de conciertos de 500 plazas.

El equipo del «Flow» instaló hace ya dos años una
terraza junto al muelle permanentemente llena.

«La terraza ha despertado un entusiasmo que no
esperábamos. Los bares en las riberas son un verdadero éxito. Se ha creado una
zona peatonal en pleno París, a la orilla del agua. Cada vez hay más y más
gente que viene a correr, a hacer picnic…», explica uno de los
fundadores del Flow, Laurent Segall.

«Las riberas son un nuevo punto de atracción para
París, sobre todo para los amantes del turismo urbano, que más allá de
descubrir el patrimonio, vienen a buscar una experiencia más típica, más
auténtica», celebra el adjunto de Turismo del ayuntamiento de París,
Jean-François Martins.

Pero las orillas del Sena también se han convertido en lugar
de encuentro de «clubbers» de todos los países, sobre todo tras la
instalación en 2011 del barco Concrete Paris, que ha contribuido a «volver
a situar a París en el mapa nocturno europeo», según el DJ Eric Labbé.

Ante el éxito creciente de las propuestas de ocio junto al
Sena, la alcaldesa socialista Anne Hidalgo tiene intención de seguir en esa
línea: el año próximo, planea cerrar la circulación también en una parte de la
orilla derecha. 




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