Aproximadamente
600 mililitros de líquido amniótico protegen al bebé de lesiones externas
durante su estadía en el vientre materno y le proporciona las condiciones
ideales para su crecimiento. Además de estas funciones originarias, posee
sustancias y nutrientes capaces de sanar y clarificar la vista en el caso de
las quemaduras de córnea.

El nuevo
potencial fue identificado por especialistas del Instituto Venezolano de
Investigaciones Científicas (Ivic). El equipo probó la terapia en estudios
preclínicos basándose en los resultados de uno de los tratamientos más efectivo
empleado hasta el momento para aliviar estas quemaduras, y que consiste en la
aplicación de la membrana amniótica de la placenta humana en el área afectada.
Las propiedades regenerativas y su capacidad para controlar la inflamación han
convertido a este tejido en un aliado en diversas terapias oftalmológicas.

“Pensamos
que si el líquido amniótico es producido en la placenta, también podría causar
el mismo efecto en la córnea sin someter al paciente a la intervención
quirúrgica y la incomodidad que supone la colocación de la membrana en el ojo”,
destacó la investigadora del Ivic y responsable del proyecto, Beatriz Brito.

El estudio
preclínico demostró que las sustancias presentes en el líquido amniótico a
término, es decir el resultante en el momento del parto, son capaces de inhibir
la respuesta inmunitaria, así como controlar el paso de las células
inflamatorias a los tejidos afectados y la formación de vasos sanguíneos.  Estas acciones son favorables para
contrarrestar los daños ocasionados por la quemadura de córnea, pues evitan la
inflamación.

La córnea
es la capa transparente más externa del ojo y cumple dos funciones importantes:
protegerlo de agentes externos y permitirle enfocar las imágenes para
observarlas nítidamente. Cuando ocurre un daño en ella, el tejido se inflama y
las células de los vasos sanguíneos provenientes de zonas cercanas a la córnea
migran hacia la región afectada, provocando un deterioro irreversible evidenciado
principalmente en la pérdida de la nitidez de la vista.

Las
quemaduras de córnea son producidas por la exposición a sustancias alcalinas
como la cal, la lejía, los limpiadores de cañerías y el hidróxido de sodio.
Estos accidentes suelen ocurrir en la población joven y activa en el mercado
laboral. Por ello, encontrar soluciones eficaces y prácticas a este problema de
salud evita la incapacidad y mejora la calidad de vida de quienes lo sufran.

Tratamiento
a prueba 

Para
evaluar el funcionamiento del líquido amniótico humano como tratamiento a las
quemaduras corneales, los investigadores elaboraron un modelo de
experimentación animal con conejos, cumpliendo con el protocolo exigido por el
Código de Bioética para Investigación de Animales del Ivic.

El estudio
probó la potencialidad de esta sustancia a término- proveniente de cesáreas de
mujeres sanas- y a los tres meses de embarazo, extraído durante el
procedimiento médico de la amniocentesis. En ambos casos el líquido era
trasladado al laboratorio donde se centrifugaba con la intención de eliminar
las células presentes y se congelaba para evitar la pérdida de las propiedades.
Las muestras seleccionadas pertenecían a madres distintas, a fin de garantizar
la confiabilidad de los resultados.

El
tratamiento fue colocado en gotas cada tres horas durante los primeros cuatro
días. Posteriormente fue administrado tres veces cada 24 horas hasta finalizar
las tres semanas establecidas.

En este
lapso los resultados garantizaron la eficacia exclusiva del líquido a término,
es decir a partir de la semana 38 del embarazo. “El cambio es fantástico, 70%
de los animales presentaron clarificación en la córnea. Gracias a estas
conclusiones decidimos realizar el mismo protocolo pero empleando el líquido
amniótico de ratas y encontramos que también es efectivo en el nuevo modelo”,
aseguró Brito.

La mejora
observada en la córnea de los animales permaneció en el tiempo, a pesar de
suspender las gotas después de los 21 días indicados. El aporte que este
tratamiento representa al avance de la medicina y a la mejora de la salud
oftalmológica valió el otorgamiento en 2008 de una patente a nombre de la
Universidad Johns Hopkins de Estados Unidos, institución que financió parte de
los estudios y requisitos legales. El aporte de la investigadora del Ivic fue
reconocido en la patente internacional, tal como ocurre en el registro ante la
Oficina de Patentes Europea en Holanda.

En este
proyecto Ivic también participaron las profesionales asociadas a la
investigación de la institución, Geraldinee Bernal y Eva Salazar; la técnico
asociada a la investigación, Leslie Baute; la estudiante de especialización en
oftalmología del Hospital Dr. Francisco Risquez de Caracas, Adriana Barón y su
tutor clínico, Ashley Behrens, del Wilmer Opthalmological Institute, Johns
Hopkins University (Estados Unidos).

Prensa Ivic




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