Venezuela tiene la proyección negativa más alta del mundo. (Foto Archivo)

Nunca pensamos que un gobierno desaparecería a El Carabobeño
Foto Carlos Blanco.

Alfredo Fermín

“Es imposible que El Carabobeño desaparezca. Eso sería arrancarle un pedazo a Valencia y dejarla sin memoria y sin quien la defienda. Yo creo que todavía los valencianos no nos hemos dado cuenta de lo que estamos perdiendo y por eso permanecen casi indiferentes como si nada estuviera pasando, pero van a reaccionar.

A María Luisa Ortiz, un emblema de El Carabobeño, los sollozos le impedían coordinar sus ideas para esta entrevista con motivo de haber sido distinguida, por el alcalde de Valencia Miguel Cocchiola, con la orden Arturo Michelena, en reconocimiento a la dedicación y bondad con que se ha desempeñado en este diario durante 51 años.

– Aquí buena parte del personal ha llorado sobre su escritorio, no solo por la pérdida del trabajo en un momento de crisis económica sino porque duele en el alma dejar a esta casa que ha sido la casa de todos; el lugar que nos sustenta y nos ha dado tantas alegrías, comenta cuando ya ha entrado en mayor confianza para conversar de un tema del cual ambos hemos sido protagonistas.

Los primeros recuerdos que tiene María Luisa Ortiz de El Carabobeño son de cuando tenía 13 años. Su tía y madre afectiva María Olimpia Pinto la traía los primeros de septiembre para la celebración del cumpleaños del diario. “Allí conocí a don Eladio y a los periodistas de la época, por eso cuando a los 16 años me propusieron venir a trabajar para acá sentí mucha alegría. El trabajo lo aprendí muy rápido y por eso me pasaron al Departamento de Administración. Aquí tengo 51 años, tres cuartos de mi vida.

Su gratitud y su recuerdo son permanentes para su tía María Olimpia Pinto, sobrina de Alejo Zuloaga Egusquiza, fundador y rector, de 1892 a 1900, de la Universidad de Valencia, que en 1958 se convirtió en la Universidad de Carabobo. También fue rector de la Universidad Central de Venezuela de 1910 a 1911 y se destacó como periodista.

La educación recibida de su tío y padre afectivo le permitió a María Olimpia Pinto una formación cultural fuera de lo común, por lo cual se atrevió a convertirse en una de las primeras mujeres que salió a trabajar en la calle. Don Eladio Alemán Sucre le tenía gran confianza y admiración, por lo cual la encargó de la administración y de la caja de la librería París en América y de El Carabobeño.

– Mi tía era amiga de gente de la alta sociedad y sentía mucho cariño por la gente humilde. Los empleados de El Carabobeño la querían y los obreros la adoraban porque ella era su paño de lágrimas por su comprensión para sacarles un vale cuando tenían una necesidad. Y, cuando llegaban los viernes y no había real, hacía magia para conseguir el dinero para que todos se fueran con algo en el bolsillo.

Yo me siento muy orgullosa de la educación que recibí de María Olimpia. Ella sabía de poesía y de cultura. Me enseñó la importancia de las obras de arte y por eso, calladamente, he reunido obras y antigüedades que disfruto en mi hogar, sin que por esto me considere coleccionista.

¿Cómo Era Don Eladio Alemán Sucre?

– Era un hombre sereno, discreto, elegante y con una capacidad de trabajo increíble para sostener al periódico. Cuando sus hijos Marisol, Eduardo y Mariluz estudiaron en Caracas los acompañó con su esposa doña Clemencia, pero siempre estaba al tanto de todo lo que pasaba con la colaboración del señor Jesús María Linares.

Se mantuvo apartado de los partidos políticos. Eso le permitía tener más amplitud en las informaciones y evitar compromisos. Sus mejores amigos eran los trabajadores de El Carabobeño. No era muy conversador pero estaba pendiente de todos, procurando siempre que los sueldos fueran justos a pesar de la crisis económica, porque durante décadas el periódico no fue rentable.

Su hijo Eduardo, quien le sucedió en la dirección del diario, es más introvertido que su papá. Pero tiene los mismos sentimientos de bondad. Está pendiente de que todos sus trabajadores reciban los mismos beneficios, muchas veces superiores a los que dispone la ley.

¿De esas crisis cuál es la que más recuerda?

– En los años 60 el Seguro Social quiso cerrar el periódico por una deuda acumulada. Todos los trabajadores nos colocábamos en fila en el zaguán de entrada al diario, en la avenida Urdaneta, a esperar que se cumpliera la orden. Pero el Seguro no se apareció nunca, porque El Carabobeño, durante los gobiernos democráticos fue muy respetado. Creo que no hay un sector del estado que no tenga algo que agradecerle a El Carabobeño.

¿Cuáles son tus mayores satisfacciones?

– Haber trabajado únicamente en El Carabobeño y la educación que recibí de María Olimpia Pinto que me sirvió para la formación de mis hijos Benjamín Tarache, quien con su esposa Daniela me ha dado mi bello nieto Marcelo Andrés; Dinorah Parra y Luisa María Ortiz, casada con George Sequera. Con sacrificios los eduqué y ello en recompensa me dan mucho cariño y están siempre muy pendientes de mí para que no me falte nada.

¿Cómo ha recibido la orden Arturo Michelena?

– Es una distinción muy grande que nos enorgullece a todos, porque Arturo Michelena es una gloria de la pintura venezolana. Antes en las casas de la gente pudiente había cuadros bellísimos que desaparecieron. Esta orden es un reconocimiento a todos los trabajadores de El Carabobeño y un orgullo para mí y para toda mi familia.

Tres sedes, tres experiencias

María Luisa Ortiz comenzó trabajando en la sede de la avenida Urdaneta, frente a la panadería La Torre, donde el diario permaneció hasta 1977. “De allí nos mudamos la Soublette y de allí a Naguanagua en 1997 donde permanecemos pasando la crisis más terrible que hemos tenido. Nunca pensamos que a Venezuela llegaría un gobierno con el propósito de desaparecer a El Carabobeño. Dicen que el cierre es inminente pero yo confió en que la Virgen del Socorro no lo va a permitir”. De las sedes en que ha trabajado dice que la primera fue la de los tiempos heroicos, la segunda fue una bella época en la que se impuso la tecnología. Hubo acontecimientos: El Carabobeño celebró, por todo lo alto, sus 50 años; don Eladio recibió el Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Carabobo y al poco tiempo falleció. En esta sede de Naguanagua el Diario del Centro se convirtió en uno de los periódicos más influyentes del país y en un centro de altos estudios de Periodismo, avalado por las universidades. Por eso lo quieren cerrar.




Estimado lector: El Diario El Carabobeño es defensor de los valores democráticos y de la comunicación libre y plural, por lo que los invitamos a emitir sus comentarios con respeto. No está permitida la publicación de mensajes violentos, ofensivos, difamatorios o que infrinjan lo estipulado en el artículo 27 de la Ley de Responsabilidad en Radio, TV y Medios Electrónicos. Nos reservamos el derecho a eliminar los mensajes que incumplan esta normativa y serán suprimidos del portal los contenidos que violen la Constitución y las leyes.