El colegio Juan XXIII, en la urbanización El Trigal, fue el escenario donde acudieron unos 5.200 electores peruanos, radicados en los estados Aragua, Guárico y Carabobo, para cumplir con su deber de elegir las nuevas autoridades de su país.
De acuerdo a lo indicado por la coordinadora consular de Perú en Carabobo, el proceso comenzó a las 8 de la mañana y se programó para finalizar a las 4 de la tarde, si no había gente esperando para sufragar.
Se habilitaron 18 mesas donde se recibían a los votantes, de acuerdo a su DNI (documento de identificación) y su apellido. La votación es manual, por lo que cada elector recibía una especie de tarjetón dividido en tres cuerpos. En el primero podía seleccionar su candidato a la presidencia y a la vicepresidencia. En el segundo escogía a los congresistas, y en el tercero votaba por los miembros al Parlamento Andino.
Al ingresar los ciudadanos a la cabina confidencial, los electores tenían a su disposición el listado con los nombres de los candidatos a la presidencia, con sus respectivos partidos, así como los aspirantes a congresistas y a formar parte del Parlamento Andino.
Para escoger a los candidatos de su preferencia, los votantes debían marcar una cruz o un aspa, ya que la utilización de cualquier otro símbolo invalidaba el voto. Romper, ensuciar o romper el documento que se le entregó para votar, es considerado delito electoral.
Gladys Salgado destacó la colaboración recibida para llevar adelante el proceso electoral, por parte de voluntarios venezolanos, miembros de la colonia peruana, efectivos de la Guardia Nacional, del Sebin, de la Policía Municipal de Valencia y de la policía del estado.
Ningún elector se retiraba del lugar sin poseer el stiker que indica que había votado, porque en Perú el sufragio es un deber y el que no cumpla es multado. Si es miembro de mesa y no asiste, la sanción es doble.
Los alrededores del Juan XXIII fueron utilizados por algunas familias peruanas, para vender platos típicos de su país.
