La cantidad de carros ensamblados es mínima. (Foto Archivo/El Carabobeño)

Dayrí Blanco

La industria automotriz llegó a un punto muy peligroso que ya se había anunciado. La paralización es una condición repetitiva y habitual en las ensambladoras del país, y los despidos masivos han complicado aún más el panorama. Sin dólares es imposible reimpulsar un sector que históricamente ha sido el motor del apalancamiento de la economía mundial.

Desde la Federación Unitaria de Trabajadores Automotrices, Autopartes y Conexos (Futaac), la preocupación es evidente. Los números que maneja su presidente, Christian Pereira, son escandalosos. Ford está paralizada, y seguirá hasta después del 16 de mayo sin proyección de manufactura a partir de junio.

En Chrysler, con una capacidad de producción de unas 60 unidades diarias, para un tope de 14 mil al año, apenas se fabrican 20 en cada jornada de lunes a jueves. General Motors, supera por poco los 50 vehículos diarios en contraste con los 180 que su capacidad les permite ensamblar. Mitsubitshi hace entre 20 y 30 carros al día lo que es igual a 65% menos de sus posibilidades. Y Toyota, alcanza solo 24 unidades diarias.

Pero esos números serán más negativos. El próximo martes 28 de abril la planta de Chrysler se paralizará por completo por dos o tres semanas debido a que el último lote de alfombras que les fue surtido desde Argentina no cumple con las especificaciones técnicas y de medidas adecuadas para el modelo Forza. “Sin eso es imposible armar tableros ni instalar asientos”. La empresa que fabrica ese insumo estuvo en huelga y las consecuencias las están pagando clientes como esta planta. Y en Toyota, instalada en Cumaná, este viernes se dejó de ensamblar el modelo Corolla por el agotamiento de las bombonas de gas, se espera que se solvente esa falla en un mes.

Stalin Pérez, asesor de la Futaac, recordó que Estados Unidos se recuperó de la crisis económica de la Segunda Guerra Mundial gracias al desarrollo de la industria automotriz. “Esa es una fórmula infalible”. Pero en Venezuela no existe una política automotriz adecuada. No se ha diseñado un plan a partir de un diagnóstico real de la situación. “El Gobierno se acostumbró solo a dar divisas, y como ahorita no hay por la caída del precio del petróleo, las restricciones son bárbaras”.

Capacidad descuidada

El presidente de la Futaac considera que se debe planificar de forma sustentable. En el país se puede fabricar buena parte de la materia prima que se importa. Fortalecer el sector completo sería lo ideal. Recordó que antes de su expropiación en 2008, Rialca era la segunda empresa de rines de aluminio en Latinoamérica, todas las ensambladoras dependían de su suministro, ahora importan esa pieza. También existe la capacidad para sustituir la flota de 30 mil unidades de transporte pública que está obsoleta, pero se requiere el apoyo del Ejecutivo para la importación de insumos. Y cuestionó que grandes empresas metalmecánicas instaladas en la región hayan sido ocupadas y de ser fabricantes de chasis se dediquen a hacer puertas y ventanas de la Gran Misión Vivienda Venezuela.

Desde el inicio del control cambiario en 2003, hasta 2013, las ensambladoras del país recibieron más de 23 mil millones de dólares. El sector requiere en promedio dos millones para la manufactura de unos 150 mil vehículos. “Pero la perversión para comprar un carro se han incrementado”. El también presidente del sindicato de trabajadores de Chrysler dijo que no saben a dónde han ido los 329 carros fabricados en esa planta en el primer trimestre de 2015, “en los concesionarios no se ven”.

La Futaac está abierta al diálogo, pero pocas veces han sido escuchados. En varias oportunidades han pedido audiencia con el comisionado presidencial para el reimpulso de la actividad industrial, Saúl Ameliach, y no han sido atendidos. Esperan poder establecer mesas de discusión y trabajo para solventar la crisis.




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