(Foto referencial)

Luis Alejandro Borrero
lborrero@el-carabobeno.com

María Bolívar tiene voluntad de acero. A prueba del peor corrosivo: el tiempo. En ella casi nada es tan fuerte como la esperanza de ver libre a su sobrino: Erasmo Bolívar, agente de la extinta Policía Metropolitana durante el 11 de abril de 2002 y condenado a 30 años de prisión. “Nos colocaron una sentencia injusta, cruel”. 

Las despedidas son lo más difícil de los días en el Centro Nacional de Procesados Militares (Cenapromil) en Ramo Verde, o ‘Cárcel de Ramo Verde’, en Miranda. El sonido de la puerta cerrándose a espaldas de la tía. El metal gruñendo: avisando que ha terminado otro domingo de visita en los casi 13 años que lleva preso su sobrino. 

Erasmo Bolívar fue sentenciado a tres décadas junto con Iván Simonovis, Lázaro Forero, Henry Vivas, Héctor Rovaín, Julio Rodríguez y Luis Molina Cerrada.  Para Marcos Hurtado y Arube Pérez Salazar la condena fue de 16 y 17 años respectivamente. Alfonso Zapata a tres años y Rafael Neazoa López fue absuelto. Fue el juicio más largo de la historia de Venezuela: más de cuatro años. 

La concentración y marcha más grande que tuvo Caracas en años sucedió el 11 de abril de 2002. Fedecámaras, la Confederación de Trabajadores de Venezuela y los extrabajadores de la estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa) convocaron a las calles contra el Gobierno de Hugo Chávez. Los disturbios ocasionaron la muerte de 19 personas. Pero 13 años después solo tres casos se resolvieron jurídicamente: los policías fueron condenados por tres de las 19 muertes y por 17 heridos, de los más de 100, aclara el expediente 1E1467-10 del 5 de abril de 2009.  

El documento condenatorio del juzgado Cuarto de Juicio del Circuito Judicial Penal de Aragua es claro, advierte el abogado defensor José Luis Tamayo. “En ninguna parte de la sentencia se habla de violaciones a los Derechos Humanos. Todos fueron condenados por delitos ordinarios, por lo que sí aplican para la Ley de Amnistía”, expuso a El Carabobeño.

Amnistía significa olvido. La nueva Asamblea Nacional (AN) de mayoría opositora, admitió el pasado 4 de febrero el proyecto de Ley de Amnistía y Reconciliación Nacional. Más de 200 personas podrían ser absueltas por 35 hechos ocurridos desde 1999. Y el 11 de abril de 2002 es uno de ellos. “Es prioridad”, refuerza Tamayo. 

En todos los proyectos de Amnistía en los que Tamayo fue asesor, los policías del 11 de abril estaban incluidos. También en el definitivo, que se presentó en la AN. No es lo mismo genocidio a lesiones graves, por ejemplo. Erasmo Bolívar recibió la pena máxima en Venezuela por lesiones graves y homicidio frustrado. En tres años ni siquiera se logró comprobar que hubiera matado a alguien aquel día de protestas.   

Verdad engavetada

María Bolívar recordó que cuando se hizo una comisión de la verdad sobre los hechos del 11 de abril nunca hubo conclusiones. “Terminaron engaventando la comisión, porque el Gobierno sabía que no había nada jurídico ni humano para tener a estos muchachos presos”. 

Los policías continúan encarcelados. Es algo personal, refiere la tía de Erasmo Bolívar. “El sentido común no les da para respetar la Constitución”. El Ejecutivo se ha empecinado en que alguien tiene que pagar por las 19 muertes ocurridas esa fecha. Los verdaderos responsables por la masacre de Puente Llaguno están en la calle, sostiene. “La negligencia del Gobierno por no llevar adelante la comisión de la verdad dejó a los policías pagando un crimen que, se sabe, no cometieron”. 

En 2007 el fallecido presidente Hugo Chávez otorgó Amnistía presidencial a los pistoleros de Puente Llaguno. El 2 de enero de 2008 se publicó en Gaceta Oficial la decisión. “Llamar a reflexión a las instituciones y luchar contra la impunidad”, fueron las palabras del entonces presidente.   

Pero los familiares de los policías fueron excluidos de la ley que firmó Chávez. “Que no olviden, que de manera malvada nos sacaron un 31 de diciembre. Inocentemente pensamos que nos iban a liberar a todos”, cuenta Bolívar, quien también se siente juzgada y presa. 

Eladio Aponte Aponte, exmagistrado del Tribunal Supremo de Justicia y expresidente de la Sala de Casación Penal, confesó que el presidente Chávez le presionó para que “saliera de eso lo más pronto posible”, refiriéndose a la condena contra los policías. Y lo hizo. En una carta apostillada por el Colegio de Abogados de Costa Rica, Aponte Aponte pidió perdón a las familias de los policías presos. Declaró que la justicia en Venezuela era de plastilina, a merced del Poder Ejecutivo.   

Nuevas prisiones

Casa por cárcel sigue siendo cárcel. María del Pilar Pertiñez lo vive a diario. El excomisario Iván Simonovis recibió una medida humanitaria en 2014 y fue enviado a su casa con su esposa e hijos. “Nos trasladaron la prisión a toda la familia, a nuestra casa”, dijo su esposa a El Carabobeño. 

Dos funcionarios del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) están permanentemente en su puerta. “Si una tía viene a visitarme o alguien viene a ver a Iván también son requisados”. Muchas veces son discrecionales las revisiones, confiesa la abogada y activista de Derechos Humanos. 

Iván Simonovis jamás recuperará su salud antes de prisión. 19 patologías confirmadas se le tratan en casa, pero eso no garantiza la erradicación de la enfermedad, sino humanidad en su enfrentamiento. Su osteoporosis es muy fuerte. “No se puede revertir. Solo se le controla con medicamentos”. 

Pero hay cosas que parecen doler más que los huesos. La libertad plena. Simonovis no puede utilizar redes sociales, dar entrevistas ni fijar posición pública sobre cualquier cosa. Su prisión también es de ideas, lamentó su esposa.   

¿Perdón verdadero?

En las víctimas la sed de justicia no está saciada. Yessenia Fuentes, integrante de la Asociación de Víctimas del 11 de abril (Asovic), lo reconoció en una entrevista reciente. “Tenemos 13 años buscando la paz. Basta que nosotros por querer justicia, seamos tomados como victimarios”. La mujer recibió contusiones en la cara, según el expediente de la sentencia. 

No son las únicas víctimas. “Las familias de los policías también somos víctimas de una sentencia injusta”, refuta la esposa de Simonovis. Agregó que Fuentes siempre tuvo actitud agresiva. “Siempre buscando juzgar a alguien. Y la entiendo por su dolor, pero no se trata de juzgar a un responsable, sino al responsable”. 

– Aquí no se puede hacer lo que una persona quiera, sino lo que manda la Constitución, resaltó el abogado Tamayo.   

Esperanza

Delsa Solórzano, diputada a la Asamblea Nacional (AN) por Un Nuevo Tiempo (UNT), aclaró que el proyecto de Ley de Amnistía y Reconciliación Nacional incluye los hechos del 11 de abril de 2002. “¿Qué va a pasar con los policías metropolitanos?, lo mismo que con todos los presos políticos: serán liberados”, contó a El Carabobeño el viernes.   

Solórzano, quien presentó el proyecto de ley el 4 de febrero en la AN, sostuvo que los motivos para su liberación son los mismos: “No fueron condenados por delitos de lesa humanidad. Aplican a la Amnistía”. Lo contrario son falsos rumores con intenciones desconocidas, objetó la diputada. El proyecto está firmado por los 109 diputados de la Mesa de la Unidad Democrática. 

Para Bolívar desestimar la Amnistía a los presos por el 11 de abril es una estrategia del Gobierno. “Esta es otra manipulación más del Gobierno de ponernos trabas en el camino hacia la libertad”. La tía Bolívar vive en Vargas y viaja a Ramo Verde para las visitas. Su verbo tiene una frase favorita: guapear. Ella sigue, a pesar de todo. Espera con ansias este domingo de visita, es día de la amistad y el amor. En Ramo Verde puede que no se celebre como en otras partes, pero María le llevará a su sobrino un dulcito, pan y jugo. “Y por supuesto, todo el optimismo, porque la libertad está cerca”. 

La nueva Asamblea Nacional debe aprobar la Ley de Amnistía. Es urgente para la reconciliación. Sobre si logrará el perdón, Tamayo explica que esa es la idea. “Hay quienes han pagado suficiente. No se puede seguir toda la vida con un rencor, porque al final el daño te lo haces a ti mismo”. Solórzano, desde el Parlamento, apura para que la próxima semana empiecen las discusiones. Y María Bolívar, hasta entonces, sigue escuchando el sonido de las rejas de Ramo Verde. 




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