Dayrí Blanco
La regulación no existe. Al menos no en los precios del
pollo. Los pocos establecimientos que lo exhiben en sus neveras deben pagar a
distribuidores hasta 315% por encima de lo estipulado por la Superintendencia
Nacional para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos (Sundde). No hay otra
manera de ofrecer el producto cuya demanda está en aumento de acuerdo a su
escasez en el mercado.
65 bolívares por kilo deberían cancelar los consumidores,
pero no es así. El precio fijado en frigoríficos de diferentes zonas de la
ciudad ronda entre los 270 y los 300 bolívares, lo que es igual a un incremento
de 360%. Pero no se trata de una especulación, sino de estructuras de costos.
Elías López, encargado de un negocio en el Periférico La Candelaria, detalló
que el viernes le despacharon el kilo en 270 bolívares, a lo que le incrementó
un poco menos de 10% para ofertarlo en 295. “A nosotros no nos llega la
mercancía a precio regulado, esa es una mentira”.
Unos cuatro negocios a la izquierda la propietaria de una
carnicería explicó la volatilidad de los costos. El lunes un proveedor le informó
un nuevo aumento, que significa el tercero en menos de un mes. Con lo que el
kilo de muslo no puede ser vendido en menos de 300 bolívares y el de pechuga
por debajo de 390. Hay comercios que se limitan a vender el pollo entero.