Dayrí Blanco
Las colas cada vez son más largas en el municipio Libertador. Ana, Teresa y Guillermina lo saben cada semana cuando salen a la caza de unos cuantos kilos de comida. Ya el negocio de la esquina de la calle donde viven no ha abierto más. Está cerrado desde octubre. Lo mismo pasó con el abasto del centro y dos puestos de víveres en el Mercado de Mayoristas. En total 590 establecimientos que expendían alimentos cerraron en el municipio durante el último año.
No hay forma de reponer inventarios. Los proveedores no despachan ninguno de los pedidos hechos porque simplemente las empresas manufactureras no están trabajando a una capacidad óptima y las importaciones de productos terminados están prácticamente paralizadas. “Eso fue lo que le pasó a Hugo”, exclamó Ana al recordar que las exhibiciones de su negocio lucían cada vez más vacías hasta que decidió bajar la santamaría.
Solo unos 200 establecimientos siguen atendiendo al público en el municipio. Pero no alcanzan satisfacer la demanda de los 300 mil habitantes. Teodosio Amaíz González, presidente de la Cámara de Comercio de Libertador, detalló que los que aún mantienen sus puertas lo hacen de forma intermitente solo cuando les llega algo de mercancía.
Más de dos mil empleos se han perdido como consecuencia de la crisis del sector que también obligó a cerrar a otros 100 negocios pequeños y medianos de repuestos, medicinas y plásticos, según se confirmó en el directorio que Fedecámaras Carabobo realizó la mañana del miércoles en la localidad.
Pero el 2016 no arrancó mejor. Ya 23 establecimientos han paralizado sus actividades asfixiados por la escasez de mercancía y por el incremento en 800% de los impuestos municipales. “El año pasado se pagaba a la Dirección de Hacienda 570 bolívares, y ahora son cuatro mil 800”.
Amaíz González aclaró que de ver materializado esos recursos en inversiones sociales necesarias, cancelarlos no sería un problema, pero la alcaldía es cada vez más exigente y no responde de la misma manera. (DB)
