Marianela Ágreda Armas

A los maracayeros no les queda otra opción: santiguarse y encomendarse a Dios para implorar el milagro de multiplicar el dinero que alcance para comer. En el Mercado Principal el costo de alimentos espanta cada vez más a la clientela de ese centro de abastecimiento popular, mientras que las carnes no tienen techo y vuelan cada vez más alto y lejos del bolsillo de los consumidores quienes hasta este martes cancelaron dos mil 500 bolívares por el kilo de primera y dos mil 300 bolívares por el de segunda.

Tras superar la barrera de los 2 mil bolívares el incremento se concreta cada vez que los comerciantes buscan el producto en el matadero.

José Pereira tiene 40 años dedicado al ramo carnicero y tiene tres en el Mercado Principal.

Asegura que jamás había vivido una situación tan crítica con el precio de la carne, con el aumento constante y excesivo que viene desde la venta de la carne en canal.

El comerciante dijo que desde Semana Santa el precio de la carne de res fue en franco ascenso. Para esa temporada el kilo de los cortes de primera se ubicaban en mil 400 bolívares y en un mes se disparó mil bolívares más.

Este martes feriado fue muy poca la afluencia de compradores en el centro de abastecimiento popular. Pereira asegura que sus ventas han mermado en más del 50 por ciento.

Ahorita no se puede comer tres veces al día, aseguró el expendedor quien se preguntó cómo hace un venezolano que devengue sueldo mínimo para adquirir alimentos y cubrir los demás gastos del hogar.

Los comerciantes del Mercado Principal se mantenían en angustia durante este martes, pues según Pereira, a partir de mañana miércoles los distribuidores procederían con otro aumento de la carne y el pollo, este último rubro se ubicó en promedio en mil 200 bolívares el kilo.

Si de frutas y hortalizas se trata, la historia no es diferente. El kilo de tomates ya cuesta mil bolívares, igual que la cebolla, mientras que cada plátano cuesta Bs. 140 y las zanahorias en 800 el kilo.

Todo está caro pero las ventas en mi caso se mantienen porque la gente tiene que comer, argumentó William Guerra, quien lleva 20 años de trabajo en el Mercado Principal.




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