Garantías vulneradas. (Foto Archivo/Carlos Andrés Pérez)

Andrea Cristina Hernández || achernandez@el-carabobeno.com

Plaza Bolívar de Valencia. Ese día, uno de los discursos antiimperialistas del extinto presidente Chávez servía para colonizar el espacio público, en procura de firmas contra el decreto del mandatario estadounidense Barack Obama. En medio del bullicio, la joven Ingrid Fleitas no se atemorizó ante la pregunta: ¿Siente vulnerado su derecho a tener calidad de vida? “Sí”, respondió tajante y explicó por qué: “Mi derecho a la alimentación es vulnerado todo los días. El que tiene dinero para comprar hoy no puede, porque le toca mañana y por la inflación cada vez alcanza menos”.

Roberto Vernet agregó otros argumentos: “En vez de comprar en un solo sitio, ahora hay que acudir a 10 establecimientos. La escasez, la inflación y la inseguridad jurídica se han convertido en un cóctel venenoso para todos los venezolanos”.

Francisco Fernández trabaja como vigilante por 350 bolívares diarios. Hasta el año 2000, afirma, pudo gozar de bienestar. Hoy su realidad es muy distinta y responde airado: “¡Qué calidad de vida, nada! Claro, para los políticos en el poder todo está bien, porque cobran sin trabajar”. Omaira Figueredo se confiesa muy angustiada: “Los alimentos que antes compraba con 100 bolívares, ahora no puedo. Yo comía carne todos los días, ahora no; además debo hacer de 5 a 6 horas de cola y cuando te toca entrar, ya no consigues”.

Para que un ciudadano pueda presumir de un buen vivir, debe tener la capacidad de generar -a través del trabajo- bienes y servicios que le permitan mantenerse a sí mismo y a su familia. Y la alimentación es una de las necesidades que tiene que ser satisfecha para considerar que se goza de calidad de vida, coincidieron las personas encuestadas.

Garantías vulneradas

La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela establece en su artículo 305: “El Estado promoverá la agricultura sustentable como base estratégica del desarrollo rural integral y, en consecuencia, garantizará la seguridad alimentaria de la población, entendida como la disponibilidad suficiente y estable de alimentos en el ámbito nacional y el acceso oportuno y permanente…”.

La soberanía agroalimentaria también está plasmada como “derecho inalienable de la nación” en el decreto número 6.071 de la Gaceta Oficial 5.889 [31 julio 2008], en que se determina que debe garantizarse el acceso oportuno y suficiente de alimentos de calidad a toda la población.

¿Letras muertas? “Es falso que los venezolanos tengamos mayores posibilidades de adquirir alimentos. Podemos comprobar que lo que se compraba hace 3 meses, es imposible hoy con la misma cantidad de dinero, aparte que escasea”, a juicio del coordinador de investigación de Provea, Inti Rodríguez.

La carne, por ejemplo, uno de los rubros importantes en la dieta, es una odisea conseguirla no solo por los altos precios y las colas para obtenerla, sino también por la cantidad disponible. El vocero de los carniceros independientes del estado Carabobo, Rafael Alfano, estima que en Venezuela se necesitan 9 mil reses diarias para abastecer el consumo, lo que representaría 2.250.000 kilos por día. Y la producción nacional apenas alcanza 50%. La otra mitad [1.125.000 kg] se satisface gracias a las importaciones, que en este momento según sus estimaciones “no están cubriendo la totalidad de la demanda, por la dificultad en la disponibilidad de divisas”.

Tomando en cuenta que un adulto debería consumir al menos 120 gramos de carne de res al día, equivalente a un bistec, basados en una dieta de 2.000 calorías diarias, se necesitarían 3,6 kilogramos al mes por persona para satisfacer ese requerimiento, de acuerdo con los datos proporcionados por el coordinador del postgrado de Nutrición de la Universidad de Carabobo, Gustavo Oviedo.

¿Pero el venezolano puede lograrlo? Una pregunta complicada de contestar, dijo el doctor Oviedo sacando una sencilla fórmula. “Si llegas a conseguir el producto, que ronda en promedio 700 bolívares el kilo, cada persona tendría que invertir Bs 2.520 al mes solo para adquirir este alimento, lo que representa 37% del salario mínimo actual [Bs 6.761,36 para mayo].

-Antes consumíamos todos los días algún tipo de proteína, ahora máximo 2 o 3 veces por semana, añadió Oviedo. Al no tener acceso a la proteína animal, las personas están consumiendo más granos, queso rallado y algunos embutidos económicos como mortadela, incrementando el consumo de almidones y carbohidratos para saciar el hambre. Como consecuencia tendrán sobrepeso y obesidad, además de déficits nutricionales”.

En Venezuela hace 2 años [2013] se consumían 24 kilos de carne roja per cápita, este último año bajó a 14 kilos per cápita, reveló Rafael Alfano. Carabobo aunque no es un estado ganadero por excelencia, “es uno de los que más consume carne y no la produce”, distinguió.

Racionamiento en ley

A la situación del desabastecimiento, que empeoró a finales de 2014, se le suma el racionamiento a través de la automatización de la red de supermercados -públicos y privados- que limitan la adquisición con el bloqueo del usuario por el terminal de cédula. Ahora, es más restringido a raíz de una normativa emitida [30 de abril] por el Ministerio de Alimentación en la que se indica la cantidad máxima de productos que se pueden comprar por semana, en supermercados y farmacias de Caracas: 3 kilos de carne y 2 unidades de pollo cada 7 días. Harina de maíz, arroz, pasta, azúcar y leche en polvo, 2 kilos por semana; leche líquida hasta 8 unidades. También se incluye artículos de higiene, sueros y complementos nutricionales.

¿Con estas descripciones, quedan dudas si se ha trastocado la calidad de vida del venezolano y vulnerado su derecho al acceso oportuno y permanente a la alimentación?




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