FERNANDO
FACCHIN B.

La Carta Magna en su Artículo 5º sostiene: “La soberanía reside
intransferiblemente en el pueblo, 
(…)”;
en función al texto citado se entiende que la sociedad tiene
el inalienable derecho de darse el gobierno que más le convenga, alterar o  modificar la forma de gobierno que le rige en
determinado momento, mediante los mecanismos constitucionales, negar ese
derecho al colectivo es enervarle su soberanía y retroceder en el tiempo a la
era hegeliana que sostenía la supremacía absoluta del Estado por encima de sus
ciudadanos. El revocatorio en un ejercicio de soberanía.

 

Los teóricos de la Revolución Francesa identificaron a la soberanía con
la voluntad del pueblo, desde entonces es criterio sustentado por todas las
naciones libres del mundo que el Estado es un servidor de sus habitantes y no a
la inversa. Así, la participación activa de los venezolanos en defensa de sus
derechos y libertades se encuentra fortalecida por una verdadera renovación de
conciencia que le insta a definir su propio destino, su autodeterminación, en
definitiva, el único soberano es el pueblo, quien representa la fuente suprema
del derecho y del poder, el régimen representa la soberanía, pero no es su
titular. No entender ese criterio es mutilar la soberanía y correr el riesgo de
producirse inútilmente sismos sociales de efectos y plazos impredecibles.

 

El régimen ha demostrado con sus actuaciones en contra del pueblo, el
más profundo desprecio por la soberanía. Cuanto más se ejerce la violencia y se
es contumaz en la trasgresión de la normativa legal, mayor es el desprecio que
se muestra por la soberanía. El régimen, sus áulicos y panegiristas estiman que
la soberanía del pueblo no es digna de consideración si se enfrenta en su
camino. Si la conciencia colectiva de los venezolanos que rechaza la violencia,
detesta la injusticia, clama por la democracia y busca salidas democráticas a
la crisis, no encuentra cauces válidos, crece el peligro de que busque en otra
parte su libertad política y ciudadana; los avances logrados por la sociedad
civil en el ejercicio de su soberanía chocan con las malsanas pretensiones del
régimen, pero ello constituye una evolución socio-política a la cual debemos
darle la bienvenida.

 

El Presidente parte de la equivocada premisa sustentada por el
Secretario de Estado de la administración Reagan, George Shultz, quien llegó a
decir: “Las negociaciones son un eufemismo de la capitulación, a no ser que se
consiga proyectar la sombra del poder sobre la mesa de negociaciones” y
señalaba igualmente que las negociaciones eran: “utópicos medios legales tales
como la mediación de terceros”. Por ese errado criterio no habrá diálogo.

 

El hoy vocero del régimen, antes su jefe, con detestable mediocridad e
incapacidad, se arroga la soberanía nacional como si la misma le perteneciera
en propiedad absoluta y por uno u otro medio, trata de conseguir imponerse
sobre la sociedad, no lo podrá lograr.

 

Cuando el soberano defiende su soberanía y exige un Referendo
Revocatorio, se le tilda de golpista, de rebelión, de traición a la patria, de
instigación al delito, se le ataca con violencia verbal y física, se le
reprime, asesina, se le lesiona la libertad personal y los derechos humanos. El
revocatorio, un ejercicio soberano.

 

 

 

 

 

 

 




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