Los peatones son quienes más celebran la noticia, aunque con matices. (Foto Archivo)

EFE

La entrada en vigor de una iniciativa de peatonalización de una parte del centro de Roma impide ya parcialmente en fase experimental también el acceso en moto a los no residentes, medida que completa un plan lanzado hace dos meses.

El Nuevo Plan General del Tráfico Urbano, que limita el tráfico en el corazón de la ciudad, divide el centro histórico de Roma en «islas ambientales», con reglas de circulación restrictivas y con la idea de peatonalizar plazas y calles principales.

Entre ellas, las zonas de mayor interés histórico, turístico y monumental, como el Trastevere, la Piazza da San Pietro o la Fontana di Trevi.

La nueva fase puesta en marcha afecta a la zona conocida como Tridente, una «isla ambiental» que comprende el espacio situado entre la piazza del Popolo, la via del Babuino y Ripetta, que se convertirá en una zona de tráfico limitado y liberará completamente de circulación a la famosa piazza di Spagna.

Son quince las calles en las que se estrenan limitaciones y por las que sólo podrán circular, además del transporte público, residentes y vehículos autorizados, eléctricos privados y de carga y descarga, hasta las once de la mañana.

Las motos y ciclomotores de no residentes tendrán prohibido circular, una restricción que cambia el concepto de movilidad en la capital italiana, en la que las motos son el medio de transporte de 600.000 personas, de las cuales 24.000 circulan a diario por el centro en hora punta.

En la calle Efe pudo comprobar hoy que reina el desconocimiento general entre los habitantes en la zona, aunque preguntados por la medida se percibe una aceptación no exenta de alguna crítica.

Los usuarios confían en que esta medida reduzca el caótico tráfico de la ciudad y acerque Roma a otras capitales europeas.

Así lo cree Antonella, una motorista que lleva más de veinte años moviéndose en moto por Roma y que cree que es «acertado que no haya tráfico en el centro de la ciudad». Apunta que ocurre en todos los países de Europa e Italia no debe ser una excepción.

Otro motorista, Marco, de 28 años, opina que la nueva regulación «no solucionará nada» y la única manera de lograr que haya menos contaminación es que mejore el transporte público, «que no funciona», opinión compartida por Luca, que cree que las motos contribuyen a que el tráfico de la ciudad «no sea aún peor».

Así lo hace Elisa, una estudiante de 23 años que se mueve por la capital en transporte público o caminando. «Creo que las motos no son lo que causa más contaminación y no creo que haya mucho cambio en ese sentido, aunque sí será más cómodo pasear por Roma, dijo.




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