Las amas de casa deben comprar mucho menos de lo que llevan en mente. (Foto José Alberto Ochoa)

Dayrí Blanco

Jordana no pudo desayunar arepas. La harina de maíz se le terminó hace más de una semana, así que estaba dispuesta a hacer cola para comprarla. Se metió en el bolsillo los mil bolívares que le dio su hijo para hacer el mercado de 15 días y salió. Era aún temprano, pero si se tardaba más no conseguiría nada en los anaqueles. Tenía también una lista detallada con lo que debía llevar a casa, pero en el camino se enfrentó con un nuevo problema: ya no solo era la escasez, su vecina le dijo que la canasta alimentaria aumentó. Ahora no sabía si el presupuesto le alcanzaría.

La historia de Jordana Silva se repite en cada persona que va al supermercado. “El dinero no me rinde”, expresó mientras tachaba de su lista mayonesa, salsa de tomate y frutas que no metería en su carrito de compras. Los mil bolívares no fueron suficientes.

El más reciente informe del Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Médica de Venezuela indica que para adquirir los 58 productos de la cesta alimentaria se requieren 2,8 salarios mínimos, dato que decepciona a familias como la de Silva. En su casa viven cuatro personas y cuentan solo con el sueldo de su hijo, que deben administrar entre comida y servicios públicos.

Mayra Figueira hace sus compras acompañada de una calculadora, papel y lápiz. Por los pasillos del supermercado se le ve sacando cuentas y decidiendo si llevar sardinas o huevos. “Antes se podía ahorrar comprando esos productos, pero ahora es un lujo”, exclamó al percatarse que una docena de huevos cuesta 58 bolívares y una lata de 270 gr. de sardina 45,70 bolívares.

Planificarse con una lista para hacer las compras no es garantía de tener éxito. En el proceso pueden ocurrir imprevistos que modifiquen el presupuesto. Yaqueline Gómez tenía un mes buscando la leche con la que alimenta a su hijo de tres años. El miércoles no tenía en su bolsillo dinero para comprarla pero sí estaba el producto en los anaqueles. Tuvo que dejar las verduras para la sopa que pensaba hacer y optar por dos latas de leche.

Lo más difícil de hacer mercado es llegar a la caja. Es ahí donde los consumidores se dan cuenta que no compraron todo lo que necesitaban, porque el dinero que disponen no iguala ni se acerca a la mitad de los 11 mil 956 bolívares que cuesta la canasta alimentaria. Así le pasó a Jordana. Hoy podrá comer arepas pero sin el pollo que tanto le gusta, porque para eso su presupuesto de mil bolívares no alcanzó.




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