La planta de Saniplástica está paralizada desde 2010, cuando se instruyó su expropiación. (Foto Daniel Pérez)

Luis Alejandro Borrero || lborrero@el-carabobeno.com

La empresa era un orgullo nacional. Sanitarios Maracay producía salas de baño con base en el esfuerzo de sus trabajadores, quienes fueron obligados a transformar sus hábitos drásticamente. Cambiaron sus horas productivas para reunirse a jugar bolas criollas y hacer sancochos en el patio de una compañía en ruinas.

Saniplástica es la filial de Sanitarios Maracay que producía los componentes plásticos de las salas de baño. Tapas de inodoros, mangos, herrajes y componentes especializados. En tiempos de gloria, se producían 30 mil tapas de sanitarios mensualmente. La empresa está paralizada 100%, reveló Giovanni Regalado, trabajador y líder de una lucha reivindicativa.

Cronología Del Desastre

Los dueños de Saniplástica abandonaron la empresa en 2006. Por cuatro años, los trabajadores, conocedores del funcionamiento, asumieron las riendas. En 2010 el Gobierno decretó la expropiación. La esperanza de los obreros de reimpulsar la producción se esfumó más rápido de lo que esperaban.

Cuatro años después de la ocupación, Saniplástica está lejos de lucir como una empresa. Parece, en cambio, un cementerio de máquinas y galpones vacíos. En lugar de movilización frenética, agobiante calma. En lugar de trabajadores, perros callejeros que pasan sus días durmiendo.

Los 53 obreros están en un limbo, pues sus prestaciones sociales no han sido canceladas. “El 8 de agosto de 2013 el presidente Maduro aprobó un punto de cuenta para pagarnos”. Nada se ha concretado. El vocero confía en que la cancelación se esté procesando a través de la Procuraduría General de la República.

Varias veces los afectados han protestado. La calle ha sido el catalizador para sentarse a negociar con los inspectores regionales de trabajo. Las respuestas son diluyentes, pese a recibir el año pasado la visita de inspectores de la Presidencia. No hay fecha exacta de un pago, menos de la reactivación industrial, reclamó el vocero.

Indignación china

El mes pasado, Maduro firmó un acuerdo con China por dos mil millones de dólares. Según el portal del ministerio, para fortalecer las grandes Misiones Vivienda y Barrio Nuevo Barrio Tricolor. En nota de prensa se detalló la creación de 450 mil salas de baño. La indignación en Saniplástica fue inmediata.

Surgen contradicciones en el accionar oficial. “Nos preguntamos cómo el presidente tiene paralizada una empresa que produce herrajes, salas de baño y tapas y solicita ayuda a otro país”. El acuerdo, a juicio del trabajador, demuestra la poca voluntad que tiene el Estado para solucionar el caso Saniplástica y apostar a la producción criolla.

En los depósitos de la empresa reposan seis mil 800 tapas de baño. “El Gobierno no ha reclamado esta mercancía”. La empresa está próxima a cumplir dos años paralizada parcialmente por falta de materia prima.

No pasó ni un mes del abandono de Clorox, para que el Gobierno tomara acciones. “Dicen que empresa abandonada, empresa tomada por los trabajadores”. En Saniplástica el abandono vino desde el Gobierno. “¿Qué haremos? ¿Seguir cumpliendo horario, jugando dominó y leyendo el periódico hasta que reaccionen?”.

Toma de empresas no resuelve crisis industrial

Fedecámaras Carabobo condenó la postura del Ejecutivo de tomar las empresas que recientemente han decidido poner fin a sus operaciones en el país. Su presidente, Damiano Del Vescovo, considera que no son los patronos los causantes del problema. Se trata de una mala política económica que está acabando con el aparato productivo del país.

Clorox cerró sus puertas y casi de forma automática el Gobierno anunció que sería asumida por sus trabajadores. En el caso de Suramericana de Soplados se vislumbra un panorama similar. El argumento ha sido que los empresarios han abandonado las compañías.

Pero para Del Vescovo la realidad es que ninguna empresa se puede sostener trabajando a pérdida. Mucho menos sin tener facturación durante los últimos nueve meses. No puede cumplir con sus objetivos de productividad ni con sus trabajadores. Por eso instó a dejar a un lado la satanización del empresario que no es más que una víctima de las malas políticas públicas.

En lugar de tomar las empresas, se debe hacer lo posible para que sean reabiertas. Pero eso solo será factible cambiando el modelo económico instaurado. Los trabajadores cuentan con toda la capacidad para manejar los procesos de esas industrias. “Pero sencillamente tendrán el mismo problema. No tendrán divisas en el caso de Clorox, y los de Suramericana de Soplados no tendrán clientes para venderle los tanques de gasolina, porque las ensambladoras han tenido el peor año de su historia con la caída de 83% de fabricación de vehículos”.

Alertó que de ser asumida por el Estado, la planta de origen brasilero instalada en Los Guayos, significaría otro subsidio gubernamental que se hará con el dinero público. Los venezolanos pagarán las consecuencias con inflación y escasez. Esa ecuación no favorece a nadie.

Con Venoco la experiencia dice que se repetiría el escenario de otras empresas que ha tomado el Gobierno. En este caso Fedecámaras aboga por el respeto del debido proceso. Es cierto que existe un derecho del Ejecutivo a expropiar, pero también hay un deber en función de que se debe actuar ajustado a las leyes. “Cuando se expropia se trata de bienes no de marcas. Pero en este caso se hizo prácticamente una confiscación porque se saca al personal administrativo y no lo dejan entrar, no hay conciliación, se apoderan de la empresa pero sigue la misma marca trabajando. Debe resolverse ese problema”. Y los trabajadores no están de acuerdo con esa medida porque se han dado cuenta de que el Gobierno es un pésimo patrono. (DB)




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