EFE

 El presidente de
Colombia, Juan Manuel Santos, ordenó este domingo nuevamente la suspensión de
los bombardeos contra la guerrilla de las FARC, una medida que tomó el pasado
marzo para reducir la intensidad del conflicto pero que levantó un mes después
tras una ataque guerrillero en el que murieron once soldados.

«He dado la orden de suspender a partir de este domingo
los bombardeos aéreos a campamentos donde haya concentración de miembros de esa
organización; solo se podrán realizar por orden explícita del presidente»,
anunció Santos durante un acto conmemorativo de la Armada en la ciudad de
Cartagena (norte).

La medida, que no tiene un límite de tiempo, será efectiva
«si los campamentos están alejados de núcleos de población, no constituyen
amenaza para la población, la fuerza pública, la infraestructura o hacen
proselitismo», añadió.

Asimismo, precisó que pese a esta medida el Gobierno
«continuará garantizando la seguridad de los colombianos y el imperio de
la ley» y persiguiendo el delito.

Esta es la primera iniciativa del Ejecutivo para reducir la
intensidad del conflicto armado después que los negociadores del Estado y las
Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) acordaran hacerlo el pasado
12 de julio.

Desde entonces, se especuló con qué podría hacer el
Ejecutivo, que por toda información reveló una reunión que el ministro de
Defensa, Luis Carlos Villegas, mantuvo con la cúpula militar para planificar
como bajar la confrontación.

Por parte de las FARC rige desde el 20 de julio un alto el
fuego unilateral e indefinido que, dijo Santos, será evaluado de forma
continuada.

La decisión de reducir la intensidad del conflicto busca
favorecer las negociaciones de paz de La Habana, de las que restan apenas dos
puntos, referidos a víctimas y dejación de armas y desmovilización de
guerrilleros, para firmar la paz.

Para acelerar el proceso, las partes decidieron darse cuatro
meses, hasta el próximo noviembre, momento en el que Santos decidirá, en
función de los resultados obtenidos, si continúa o no con los diálogos, iniciados
en noviembre de 2012.

Al respecto, el presidente aseguró que ha tenido «toda
la paciencia y todo el aguante para las conversaciones de paz tengan un nuevo
aire y un nuevo impulso» y que «esta nueva oportunidad» no se
puede ni se debe desperdiciar.




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