Dayrí Blanco | @DayriBlanco07

La vida de Angélica Oropeza está llena de horarios. De bloques sin electricidad de tres horas que a veces se duplican, de días específicos para poder comprar lo que consiga en el supermercado, de una constante cacería de agua en las tuberías de su casa en las noches y hasta de visitas obligadas a las 4:00 p.m. a la panadería para garantizar poder comprar al menos dos canillas tras más de una hora de cola. No tiene más opción, debe apegarse a todas esas normas impuestas por la crisis económica que mantiene los inventarios de trigo en los establecimientos de Carabobo en 20%.

El racionamiento seguirá. El arribo de las 60 mil toneladas que se enviarán a los molinos no acabará con la escasez de pan al garantizar solo 60% del consumo nacional por 20 días, según detalló José Dichy, secretario de relaciones públicas de la Asociación de Comerciantes e Industriales de la Panificación y Similares de la región (Acipan). Representantes del gremio hacen de todo para estirar lo poco que les llega, y encender los hornos una o dos veces al día como máximo para hacer cantidades limitadas en horarios específicos es parte de ese plan que persistirá.

En Carabobo el déficit es de 80% en los inventarios”. Eso explica que Angélica y todos los que intenten comprar pan tengan que hacer cola y adaptarse a las pocas unidades que venden por persona.

Dichy explicó que los esfuerzos entre el ministerio de Alimentación, la Federación Venezolana de Industriales de la Panificación y Afines (Fevipan) y Acipan no se han detenido. Se espera un buque con 95 mil toneladas de trigo para junio y que llegue otro antes de que se acabe el que está en tránsito. La idea es no detener operaciones, “pero estamos trabajando al día, en los molinos no hay inventario y todo lo que llega se acaba rápidamente”.

La distorsión de precios

Conocer los horarios de venta de pan y hacer una larga no basta. También se debe pagar un poco más cada semana. Angélica recuerda que a principios de año pagaba 100 bolívares por cada canilla. Pero eso cambió. El precio varió a 120, 150, 200, 250, 300, 350 y ahora debe desembolsillar 400 bolívares por una unidad.

Es una distorsión natural en medio de la escasez de insumos. “Desde Sunagro se ha insistido mucho que el trigo vaya directo del puerto a los molinos. Pero hay desvíos que no se han podido controlar”. Esto ha desatado un mercado paralelo que ofrece el saco de harina de 45 kilos hasta en 50 mil bolívares cuando el precio real es de 15 mil.

Lo mismo pasa con otros ingredientes vitales como el azúcar que lo venden de manera ilegal en 75 mil bolívares, 575% por encima de lo establecido en 12 mil. Son precios que debe asumir el comerciante para no bajar sus santamarías al emplear en promedio entre 15 y 20 personas. En Carabobo son 670 panaderías que han decidido ajustar precios de acuerdo a las estructuras de costos para seguir con las puerta abiertas pese a no ofrecer la variedad de panes y dulces tradicionales por falta de insumos.

En otros casos como la manteca y la margarina ya no hay nada que hacer. “Simplemente no se consigue porque no llega al país aceite de palma y debe imperar la creatividad de los panaderos que usan hasta crema de leche para sustituir esos rubros”.




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