Alfredo S. Flores | @alfredoflores96

Una dieta a base de pan y agua es algo que para muchos venezolanos puede sonar como un castigo, pero la realidad es que adquirir estos productos se volvió una tarea difícil debido a sus altos precios.

Hace unos años el agua y el pan eran económicos, pero ahora debido a la inflación, que al cierre del 2016 se estima que llegue a 740%, según el informe presentado ante la Organización de Estados Americanos (OEA) por el secretario general del organismo, Luis Almagro, los alimentos de primera necesidad se han convertido en productos inaccesibles para los venezolanos.

Un pan canilla tiene un valor promedio de 400 bolívares en las panaderías valencianas, un precio que para Aura Henríquez, es alto en comparación con el que tenía hace unos meses. “Hace un año un pan canilla costaba como Bs. 50”, recordó.

A su parecer, los ingresos de los ciudadanos cada vez alcanzan para menos, pero en contraste con otras épocas donde siempre había alimentos a precios solidarios a los que se apelaba en momentos de dificultad, en la actualidad no hay nada barato. “Todo está carísimo”, dijo Aura.

Si un trabajador excluyera de su alimentación todas las proteínas necesarias y tan solo se conformara con comer tres panes diarios, – tomando en cuenta el precio del pan canilla-, al mes gastaría Bs 33 mil 600, casi el 100% del sueldo mínimo más el bono de alimentación, que juntos suman Bs 33 mil 636.

Tal cifra resulta alarmante, pues de realizar este gasto un ciudadano con la mínima remuneración mensual establecida por la ley, no tendría dinero para cubrir gastos de pasaje, servicios públicos, o de consumo de agua, un líquido imprescindible para vivir.

El lujo de beber agua

“Lo que uno gana ya no alcanza ni para comprar agua”, expresó Liliana Domínguez mientras esperaba en la cola de una planta de llenado en Naguanagua, con su botellón en la mano. Su afirmación no dista de la realidad. En Valencia una botella de agua de 19 litros cuesta hasta Bs 500.

Luis Núñez aseguró que en su casa consumen 6 botellones a la semana, por lo que debía destinar de su sueldo al mes 12 mil bolívares solo en agua, un 80% del salario mínimo que se ubica en Bs 15 mil 051. “Ese es el precio al que venden el botellón los camiones”, comentó.

Debido a los altos precios, tanto Domínguez como Núñez, han optado por comprar agua directamente en los llenaderos, donde gastan un 64% menos de lo que les costaría comprar el agua a los camiones que recorren sus comunidades.

(Foto/Clemente Espinoza)

En busca de alternativas

“Las plantas de llenado ahora se han vuelto populares”, aseguró un comerciante, quien atribuyó las buenas ventas a lo económico que es para las personas recargar sus botellones hasta por 180 bolívares.  Confesó que en su negocio, en Los Caobos al sur de Valencia, no para de trabajar porque siempre hay una persona a la espera de sus servicios.

Un hombre que llegó al llenadero desde San Diego aseguró que no le importa hacer la travesía varias veces por semana, mientras pueda abaratar los costos de mantener su hogar. “Prefiero venir acá que comprar agua en otros lados tan cara”, expresó.

Con el pan la historia es distinta. No hay lugares donde se pueda conseguir a menor precio. Su valor ha aumentado los últimos meses y muchos lo han sacado de su menú cotidiano. La crisis económica se ha manifestado en el aumento constante del precio de los productos, a tal punto que vivir con pan y agua en Venezuela se volvió un lujo.




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