Dayrí Blanco | @DayriBlanco07

El lunes Teresa Durán no solo llegó cansada a casa. La impotencia se vio representada en sus manos vacías. “Hoy no pude comprar nada”, dijo mientras hacía su último intento en lo que llamó “la cola de la esperanza”. Era el tercer supermercado que visitaba durante la mañana en su habitual recorrido determinado por un sistema de control que le permite adquirir productos de la cesta básica solo el primer día de la semana de acuerdo a su número de cédula. Pero esta vez no tuvo suerte. Los establecimientos amanecieron sin inventario en medio de un desabastecimiento que amenaza con agudizarse pese a las fiscalizaciones que hace el Gobierno.

Casi llora mientras contaba su experiencia. Tuvo que hacer un par de pausas al hablar y respirar profundo antes de relatar que en su cocina ya no hay arroz, harina de maíz ni pasta. “El problema son los niños. Ellos no deberían dejar de comer balanceado”. Es por eso que cada lunes al conseguir algunos kilos de alimentos se los reserva para los tres menores que están bajo su cuidado. Ella y los dos adultos con los que comparte el hogar se las arreglan con algún tubérculo para completar cada plato.

El caso de Durán no es inédito. En la cola de la tercera edad que hacía en las afueras de un supermercado en El Trigal había personas que, como ella, estaban desde las 4:00 a.m. tratando de comprar algo de comida. “Primero fue a un abasto en Mañongo pero había un aviso que decía que hoy no venderían productos regulados, me fui a otro que queda cerca y cuando abrieron un empleado nos dijo que no había nada, y ahora estoy aquí donde al menos nos dieron esperanzas y si llega algo antes de las 11:00 a.m. nos venden”, expresó Mauricio Olivar. Pero ningún proveedor fue visto en el lugar hasta mediodía.

Un poco más al sur unos cuantos tuvieron algo de suerte. En Flor Amarillo la cola de consumidores parece no descansar. A toda hora, incluso en las noches y madrugadas cuando el supermercado está cerrado, hay personas esperando. Ahí el lunes las primeras 100 en cola lograron comprar un kilo de azúcar y dos empaques de 500 gramos de margarina. Solo eso. Nada elemental para preparar un plato de comida. Aún así, todos los que estaban en el sitio querían entrar y comprar, “pero todo se acabó a las 10:30 a.m.”, comentó Maritza Barraez, quien estaba esperando desde las 4:00 a.m. con su hijo de tres años.

Fiscalizaciones estériles

El 12 de julio el Gobierno creó la Gran Misión Abastecimiento Seguro (GMAS) con la intención de revertir la crisis de acceso a alimentos en el país. Los resultados no han sido positivos y los inventarios de lo supermercados en la región lo evidenciaron la mañana del lunes.

Según informe oficial publicado por el Ministerio de la Defensa, el Comando Estratégico Operacional de la Fuerza Armada Nacional, y el Comando Estratégico Operacional de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (Ceofanb), hasta el 1 de septiembre fiscalizaron 660 empresas privadas y 113 públicas entre plantas de producción y distribución en todo el país.

También fueron visitados dos mil 467 establecimientos de expendio de alimentos como mercados, bodegas y depósitos y seis puertos en una acción que involucró la participación de siete mil 572 funcionarios.




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