AFP

Orando, lamentándose o rindiéndose de rodillas ante el sufrimiento, los abatidos tailandeses trataban de aceptar este jueves la muerte del rey Bhumibol Adulyadej, el único monarca conocido por la mayoría de ellos. 

«¿Cómo será el país sin el Padre? ¡Padre!», vociferaba un desconsolado Patcharapol Piamsaad, uno de los cientos de tailandeses que han permanecido apostados durante días a las puertas del hospital de Bangkok donde el rey estaba ingresado. 

El reverenciado Bhumibol, el monarca con más años en el cargo de todo el mundo, falleció el jueves a los 88 años, dejando a la perennemente dividida nación sin una figura paternal de unión.

La salud del rey había empeorado durante años pero muchos seguían sin poder afrontar su inevitable deceso. 

Muchos ciudadanos rezaban en silencio bajo la habitación de hospital donde se encontraba el rey, como habían hecho durante días. Cuando la noticia de su muerte corrió repentinamente entre la multitud, las silenciosas oraciones se convirtieron en un desesperado lamento.

Los tailandeses, consternados, se agarraban de las manos en una oración continua. Algunos de ellos incluso se dejaban caer sobre el piso. 

Otros aguantaban cantando su himno real personal, dejando caer sus lágrimas. 

Fueron muchos los que acudieron a las inmediaciones de la clínica, a orillas del río, portando retratos de Bhumibol y llorando, mientras una tensa calma reinaba en otras partes de la ciudad. 

 Esperando un milagro 

Una vez se filtraron las noticias del deceso, multitud de tailandeses seguían coreando «¡Larga vida al rey!» en el patio del hospital. 

«Quiero que el rey nos escuche por si resucita», dijo Sukit Tanaboonsombat, de 46 años, uno de los congregados, liderando los coros y sin apartar su mirada de las ventanas del hospital. 

Sukit explicó que se apresuró hacia el hospital nada más conocer la noticia, que se negaba a creer. 

«Estoy esperando un milagro que resucite al rey porque dijo que quería vivir 120 años». 

En todos los canales, la televisión tailandesa emitía una programación especial sobre el venerado monarca, con imágenes suyas en coronación, en 1946; patrullando en uniforme militar y supervisando programas de ayuda a los pobres.

La degradación de su salud suscitó preocupación en el país acerca del futuro político de la nación. 

La mayoría de los tailandeses no han conocido a ningún otro monarca aparte de Bhumibol y, aunque éste mantuviera oficialmente una posición política neutral, la gente lo percibe como un guía que ha sabido dirigir el país durante décadas de tumultos, golpes de Estado y violentos disturbios. 

«Estamos esperando un milagro pero parece que es imposible», declaró Penaree Thanawirachotikul. «Gritamos al cielo y a los ángeles para que le digan al rey que los tailandeses le serán fuertemente leales por siempre». 

«El rey ha muerto pero siempre estará en el corazón de todos los tailandeses», agregó. 

En señal de respeto, los locales de los conocidos barrios rojos de Bangkok también echaron el cierre rápidamente el jueves por la noche. Las imágenes que circulaban por las redes sociales mostraban los bares, normalmente a rebosar, completamente vacíos. 




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