EFE

 El candidato
presidencial republicano Donald Trump presentó este domingo un duro plan
migratorio tras advertir de que, si es elegido para ocupar la Casa Blanca en
las elecciones de 2016, deportará a todos los inmigrantes indocumentados de
EE.UU.

En un documento de seis páginas titulado «Reforma
migratoria que hará grande a América de nuevo», Trump, que ha
revolucionado contra todo pronóstico la campaña electoral con su estilo
provocativo, subraya que «una nación sin fronteras, no es una nación».

A partir de esa premisa, el magnate inmobiliario, famoso
también por presentar el programa televisivo «The Apprentice»
(«El aprendiz»), defiende la construcción de un muro en la frontera
sur con México para taponar los flujos de inmigración clandestina.

«México debe pagar el muro», precisó Trump, al
alegar que «los líderes de México se han aprovechado de EE.UU. al usar la
inmigración ilegal para exportar el crimen y la pobreza de su propio país (al
igual que en otros países latinoamericanos)», hecho que ha supuesto un
coste «extraordinario» para el contribuyente estadounidense.

Hasta que México se haga cargo del gasto, un Gobierno
presidido por el millonario «confiscará todas las pagos de remesas
derivadas de sueldos ilegales» y, entre otras medidas, «incrementará
los precios de todos los visados temporales de primeros ejecutivos y
diplomáticos mexicanos (y, si fuera necesario, los cancelará)».

Asimismo, el candidato republicano contempla «acabar
con el derecho a la ciudadanía por nacimiento», estipulado en la
Decimocuarta Enmienda de la Constitución, que «continúa siendo el mayor imán
para la inmigración ilegal»

Trump también promete «triplicar» el número de
funcionarios de la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE), que cuenta con unos
5.000 empleados, y endurecer las penas para los «millones de personas que
vienen a EE.UU. con visados temporales, pero se niegan a marcharse».

En su batalla contra la inmigración ilegal, el político
quiere igualmente «terminar el abuso de las prestaciones sociales» y
exigirá a los solicitantes de entrada en el país «certificar que pueden
pagar su propio alojamiento, su propia atención sanitaria y otras necesidades
antes de venir a Estados Unidos».

Antes de divulgar su plan migratorio, Trump -de 69 años y
dueño de una fortuna personal de 4.000 millones de dólares- advirtió de que, si
las urnas le aupan a la Casa Blanca en los comicios de 2016, deportará a todos
los inmigrantes indocumentados del país.

El magnate dejó claro que rescindirá las órdenes ejecutivas
del presidente estadounidense, el demócrata Barack Obama, que impiden expulsar
tanto a los jóvenes indocumentados que llegaron al país siendo niños (los
llamados «dreamers», o «soñadores»), como a los padres de
ciudadanos estadounidenses o hijos con estatus legal.

«Mantendremos a las familias unidas, pero tienen que
irse», aseguró Trump en una entrevista con la cadena televisiva NBC
grabada a bordo de su avión privado durante una visita este fin de semana a la
Feria Estatal de Iowa, un multitudinario certamen en el que candidatos
republicanos y demócratas han buscado apoyo electoral.

«Tenemos -zanjó- que crear nuevos estándares» para
los inmigrantes que accedan a Estados Unidos, donde se calcula que viven más de
once millones de indocumentados.

El millonario no ha dejado de generar polémica con sus
comentarios sobre inmigración desde que, el pasado 16 de junio, anunció su
candidatura a la nominación del Partido Republicano para las elecciones presidenciales
del próximo año.

«Cuando México envía (a EE.UU.) a su gente, no envía a
los mejores. Envía a la gente que tiene muchos problemas, que trae drogas,
crimen, son violadores», dijo entonces Trump.

Esa declaración desató un alud de críticas de activistas de
la comunidad hispana (cuyo electorado es fundamental para ganar las
elecciones); de famosos, como las actrices Roselyn Sánchez y America Ferrera; e
incluso de políticos republicanos, como su rival en las primarias del partido
Jeb Bush, casado con una mexicana.

Por si fuera poco, los controvertidos comentarios le han
costado varios contratos al magnate, entre ellos con los canales de televisión
Univisión, ESPN y NBC (que, curiosamente, emitió la entrevista), la cadena de
grandes almacenes Macy’s y el organizador de las carreras automovilísticas de
Nascar.

El célebre cocinero español José Andrés, que emplea en sus
restaurantes a un buen número de hispanos, también rompió lazos empresariales
con el lenguaraz millonario.

Pese a atacar a los inmigrantes, hacer comentarios
altisonantes y proferir insultos contra sus rivales, Trump lidera con holgura
las encuestas de intención de voto sobre la candidatura presidencial
republicana, por delante de los otros dieciséis aspirantes.

Su sorprendente popularidad es tal, que cuenta con cerca de
cuatro millones de seguidores en la red social Twitter y sus mítines se llenan
de admiradores y curiosos atraídos por su llamativo lema electoral:
«Hagamos a América grande de nuevo».




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