El partido y la fiesta que lo antecedió atrajeron a Río a celebridades. (Foto Infobae)

dpa

Celebridades de todos los rincones del planeta y de todos los sectores, incluidos siete jefes de Estado y de Gobierno, siguieron en Brasil la gran final que coronó a Alemania como campeona del Mundial de fútbol de 2014 en el mítico estadio Maracaná de Río de Janeiro.

La principal ausencia fue la de la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, quien adujo razones de salud y familiares para no viajar a Río y vio por televisión la derrota por 1-0 que frustró el sueño de la «albiceleste» de conquistar su tercer título mundial en la casa de su máximo rival futbolístico, Brasil.

El partido y la fiesta que lo antecedió atrajeron a Río a celebridades de todos los tipos, empezando por la cantante colombiana Shakira, quien fue la gran estrella de la ceremonia de clausura y recibió una gran ovación del público al interpretar su nuevo éxito «Dare» al lado del músico brasileño Carlinhos Brown.

Shakira, que vino a Brasil con su marido, el futbolista español Gerard Piqué, trajo luego al escenario al hijo de ambos, Milan, para participar en la fiesta, que también reunió a bailarines de la «escuela de samba» carioca Académicos do Grande Río.

Además de la estrella colombiana, se presentaron en la cancha del Maracaná el guitarrista mexicano Carlos Santana y el rappero haitiano Wyclief Jean, quienes interpretaron con el brasileño Alexandre Pires el himno oficial del Mundial «We will find a way» (Encontraremos una manera).

Luego, el ex futbolista español Carles Puyol, campeón mundial en Sudáfrica 2010, presentó al público el trofeo del Mundial al lado de la supermodelo brasileña Giselle Bündchen.

Los famosos no estaban sólo en el escenario, sino también en las tribunas VIP, donde estaban entre otros el actor estadounidense Ashton Kutcher, la cantante Rihanna y el tenor español Plácido Domingo, así como rockero Mick Jagger, quien en los dos últimos Mundiales creó fama de dar mala suerte a los equipos que apoyaba. Hoy llevaba una gorra de Inglaterra.

El ex futbolista inglés David Beckham asistió con sus tres hijos varones, dos de los cuales lucían camisetas albicelestes con el número 10 y el nombre del astro Lionel Messi a la espalda.

El mundillo del deporte estuvo representado por numerosos futbolistas, entre ellos el «rey» Pelé, pero también por el astro del baloncesto estadounidense Lebron James, quien, entusiasmado, afirmó por twitter que se trataba del «más grande evento deportivo» al que acudió en su vida.

Más sobrios estaban la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, y los gobernantes que acudieron a Río para la final -entre ellos la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente ruso, Vladimir Putin-, quienes fueron homenajeados antes del partido con un almuerzo ofrecido por la mandataria.

Rousseff participó además con Putin y con el presidente de la FIFA, Joseph Blatter, en una ceremonia simbólica de traslado Mundial a Rusia, que organizará la cita en 2018.

Más allá de las celebridades y de la bella batalla futbolística librada sobre la cancha, el público de casi 75.000 personas en el Maracaná brindó un espectáculo aparte, con los miles de hinchas argentinos y alemanes que no cesaron de alentar a sus equipos, pero también gracias a los brasileños, que comparecieron masivamente al estadio.

Tras la frustración ante una de las peores campañas de Brasil en Mundiales, la «torcida» respaldó a Alemania, pese a la humillante goleada por 7-1 que propinó el equipo dirigido por Joachim Löw a la «verdeamarela» en semifinales.

Los aficionados brasileños libraron un duelo aparte en las gradas con la hinchada «albiceleste» y provocaron a los «archirrivales» con gritos de «pentacampeón» y con un cántico que alude a la antigua adicción del ídolo Diego Maradona a la cocaína: «Mil goles, mil goles, mil goles, mil goles, mil goles sólo Pelé, Maradona es ‘cheirador’ (Maradona aspira)».

Los argentinos, por su parte, reaccionaron entonando el cántico que se ha convertido en su «himno» en este Mundial: una adaptación de la canción «Bad Moon Rising» de Creedence Clearwater Revival que empieza con el verso «Brasil decime qué se siente» y termina asegurando que «Maradona es más grande que Pelé».

Cuando Mario Götze anotó el gol de la victoria germana, a ocho minutos del final, una fiesta estalló entre la hinchada verdeamarilla, cuyo principal temor era el de ver a la «archirrival» Argentina coronarse campeona en su sagrado Maracaná.

Desde la tribuna de honor, una sonriente Angela Merkel recibía gustosa las felicitaciones de sus pares, entre ellos Rousseff, al parecer ya recuperada del trauma que supuso la goleada histórica encajada por la «seleçao» frente al equipo germano.




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