El estudio fue divulgado este miércoles (Foto Archivo)

AP

Un grupo de científicos está tratando de crear un marcapasos natural en base a un gen que convertiría células atrofiadas del corazón en células capaces de nivelar el ritmo cardíaco.

El equipo inyectó el gen en el corazón de puercos enfermos y logró sanar a los animales.

El estudio divulgado el miércoles es un avance hacia la elaboración de una alternativa a los marcapasos tradicionales, que pueden generar infecciones al ser insertados.

«Hay gente que necesita urgentemente tener un marcapasos y no puede recibirlo», explicó el doctor Eduardo Marbán, director del Instituto Cardiológico Cedars-Sinai de Los Angeles, y quien dirigió este estudio.

Añadió que los nuevos resultados comprenden «una nueva era de la terapia genética».

El corazón tiene un marcapasos propio que no es más que un núcleo de células del tamaño de un grano de pimienta. Ese núcleo de células, llamado el nódulo sinoatrial, genera pulsos eléctricos que funcionan como un metrónomo, haciendo que el corazón realice entre 60 y 100 latidos por minuto, o más durante intensa actividad física.

Si ese nódulo llega a dejar de funcionar bien, un marcapasos puede nivelar los latidos del corazón.

Pero aproximadamente un 2% de los que reciben uno sufren de infecciones que obligan a extraer el marcapasos por unos días hasta que se eliminen los gérmenes con antibióticos. Además, algunos fetos pueden perderse si el ritmo cardiaco deja de ser regular.

Durante más de una década, los expertos han tratado de fabricar una alternativa natural al marcapasos, por ejemplo con el uso de células troncales para estimular el crecimiento de un nuevo nódulo sinoatrial.

En este experimento reciente, se usa la terapia genética para reprogramar a un puñado de células cardiacas con el fin de que funcionen como un marcapasos.

Debido a la similitud del corazón de los puercos con el corazón humano, en este experimento se usaron 12 cerdos que padecían ritmos cardiacos irregulares.

Los expertos usaron un gen llamado TBX18, que desempeña un papel en el desarrollo embriónico del nódulo sinoatrial. Mediante una vena, inyectaron el gen en el corazón de algunos de los animales y los monitorearon por dos semanas.

Dos días después, los animales que recibieron tratamiento tenían ritmos cardiacos más acelerados que los que no lo recibieron, reportaron los científicos en la publicación Science Translational Medicine.

Ese ritmo cardiaco tuvo sus fluctuaciones normales y los animales que recibieron el tratamiento estuvieron más activos y no sufrieron efecto adverso alguno.




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